
España es la nación más antigua de Europa. La identidad cultural se formó en tiempos de Roma, se forjó como nación en el siglo VI con los visigodos, resistió la invasión islámica y reforzó su unidad con los Reyes Católicos y con la guerra de la independencia. Luis Suarez en la Europa de las cinco naciones afirma que fueron Inglaterra, Francia, Alemania Italia además de España, las cinco naciones que forjaron el mundo.
Durante la guerra de la Independencia, a pesar que la nación española se levantó en armas contra los franceses en mayo de 1808 y que en 1812 se promulgó en Cádiz la Constitución de 1812, la tercera del mundo tras la americana y la francesa, la Corona, la aristocracia, la Iglesia y buena parte del ejército se sometieron villanamente a Napoleón y un profundo pesimismo se generalizó entre los españoles.
A finales del siglo XIX surgió una corriente de pensamiento que se conoce con el nombre de regeneracionismo, cuyo primer y máximo representante fue Joaquín Costa, para los que España había seguido siempre una dirección equivocada por lo que había que eliminar las causas del error (catolicismo y monarquía) y algunos incluso preconizaban “un cirujano de hierro”.
El pesimismo sobre el ser de España continuaría con la llamada generación del 98, cuyo máximo representante fue Unamuno. Todos sentían repugnancia por el régimen de la Restauración, que ellos asociaban con la oligarquía y el caciquismo. Algunos, como Antonio Machado, llegaron a simpatizar con el comunismo soviético y otros, como Valle Inclán, con el terrorismo anarquista.
Seguiría en la misma línea la generación del 14. Despreciaban a su país no por lo que era sino por lo que no era, que solía reducirse a una palabra: París, que alcanzó su más célebre y estúpida expresión en la frase orteguiana de qauelos mismos años: “España es el problema y Europa la solución”. ES cierto que Europa (Francia y Alemania) gozaban de una riqueza, un orden social y una cultura muy superiores. No sabía si se debía a un mayor racial ario, a la mayor humedad climática, a la menor influencia del clero y de los militares, al espíritu protestante o a todo ello.
La realidad era muy diferente. Esta Europa pacífica y vertebrad, exenta de convulsiones, no existía porque durante esa época y hasta 1945 sufrió unos cambios brutales: revoluciones, totalitarismo y dos guerras mundiales.
La España de la Restauración canovista de 1874, después de la guerra contra Napoleón y de tres guerras civiles, entre liberales y carlistas, estaba en paz con una monarquía constitucional y, a pesar de todos los defecto caciquiles era cada vez más democrática y aunque el sistema era era inferior a Francia, Inglaterra y Alemania también era superior al de la mayoría de los países europeos. Todos estos intelectuales empujaron a la clase política y a la opinión pública a la liquidación del sistema de la Restauración, a la instauración de la República, que terminaría en la guerra Civil y en una dictadura que duraría 40 años.
Enrique Gómez Gonzalvo, 5-04- 2.022, Referencia 4
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