
Las naciones no han existido siempre, no son eternas, no han sido creadas por la divinidad, la mayoría de las que están en la ONU tienen solo un siglo o siglo y medio de antigüedad. Son solamente productos culturales que fueron creadas como un instrumento para alcanzar el poder y, a la vez, salir enormemente beneficiados.
Las autonomías que quieren constituirse en nación para algún día reivindicar la soberanía y dotarse de la estructura político administrativa inherente al Estado, siguen un proceso análogo al que inició Cataluña. Lo primero que hacen es la actualización e imposición del idioma regional. En Cataluña fue el catalán de Barcelona creado por la universidad Pompeu Fabra. Asturias trata de elevar el bable asturiano a la categoría de lengua. En Andalucía pensaron codificar el habla andaluza hasta que se dieron cuenta que el idioma andaluz no existía, lo que si hay son diferentes formas de hablar el castellano, una en Jaén, otra en Málaga, otra en Huelva y finalmente en Almería hablan como en Murcia. En Galicia y en el País Valenciano impusieron la inmersión lingüística copiada de Pujol.
La identidad individual, dado que los seres humanos somos muy parecidos porque todos venimos de Atapuerca y estamos muy mezclados, tiene menos importancia que la identidad colectiva para la construcción de la nación. Lo único imprescindible es que ese grupo humano se considere dueño del territorio que ocupa, que quiera controlarlo y que este sentimiento de pertenencia sea mayoritario.
Los nacionalistas no buscarán criterios racionales como el derecho democrático a elegir su propio futuro, convencerles que la libertad y la democracia son buenas y todo eso de los derechos individuales y derechos colectivos. Apelarán a sentimientos más primitivos, como el odio y el miedo, que la civilización ha ido reprimiendo pero que continúan dentro del ser humano. Se trata de volver a la sociedad tribial de donde salió el homo sapiens para relacionarse con otros grupos de personas en su camino a la civilización.
Aunque sean de diferente razas se inventarán un pasado histórico común y lazos culturales de todo tipo, fiestas locales, héroes deportivos, los mismos gustos culinarios, la misma forma de relacionarse, las mismas tradiciones, costumbres, etc.
A la vez los líderes independentistas engañarán a sus conciudadanos, buscando enemigos inexistentes, falsificando la historia y prometiéndoles un paraíso, que será, para ellos y para todos, un valle de lágrimas.
Impondrán el idioma regional en la enseñanza, en la administración, en la justicia, en la sanidad, etc. y el español tratarán de relegarlo al ámbito privado y poco más.
Enrique Gómez Gonzalvo, 31-03-2022, Referencia 594