
Una de las grandes mentiras de la historia es la que presenta la Guerra civil española como una contienda romántica entre la democracia y el fascismo. Es necesario eliminar esta visión maniquea de republicanos demócratas buenos contra nacionales fascistas y malos.
Los generales que se sublevaron no eran fascistas. Como ocurrió con tantos intelectuales, la mayoría de militares y civiles fueron arrastrados a la sublevación por la deriva revolucionaria de la República. Podían ser carcas, buenos o malos, pero nunca fascistas.
Franco, siendo católico, tampoco podía ser fascista. Siempre se caracterizó por su anticomunismo. Carecía de ideología y fue cambiando sus postulados según las circunstancias nacionales e internacionales. Esto explica que el franquismo se hundiera rápidamente cuando él murió.
Es verdad que no eran demócratas, pero la República tampoco lo era y, para que no hubiera ninguna duda, en la Puerta de Alcalá había retratos de Stalin, de Largo Caballero y de Molotov.
La Agrupación para la defensa de la República que crearon Ortega, Marañón y Pérez de Ayala, no solo apoyaron a Franco, sino que sus hijos fueron voluntarios a la guerra con el Frente Nacional.
Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Baroja, Azorín, Jacinto Benavente, Manuel Machado, Gregorio Marañón, Ramón Gómez de la Serna, Claudio Sánchez Albornoz, Menéndez Pidal… todos ellos, republicanos confesos al inicio de la II República, se pasaron en mayor o menor grado, al lado de los sublevados a partir de 1936.
En la noche del 12 al 13 de julio el escolta de Indalecio Prieto y un grupo de guardias de asalto fueron a secuestrar y matar a los 3 líderes del centro derecha: Calvo Sotelo, Gil Robles y Goicoechea. Solo encontraron al primero, porque los otros dos durmieron fuera de su domicilio ya que había rumores y temores. Esto es lo que decidió a los militares indecisos a la sublevación, pues pensaron que los iban a matar a todos en la cama, como a Calvo Sotelo.
Los dos bandos que se iban a enfrentar eran españoles. Los dos estaban convencidos de que España les pertenecía. No había un líder político, como Pablo Iglesias, que dijera que él no podía pronunciar la palabra España. Podía salir una España roja, pero no una España rota.
El 18 de julio, el Dragón rápide trasladó al general Franco de Gran Canaria a Tetuán, capital del protectorado español de Marruecos, para que se pusiera al frente de las fuerzas del ejército de África y en un golpe militar derribar al gobierno.
Fracasado el alzamiento militar, se inició la Guerra Civil. De ella saldría una república soviética tutelada por Stalin o una dictadura militar, que es lo que fue con Franco, pero con posibilidades de evolucionar a una democracia que es lo que ocurrió. En definitiva se trataba, como ocurrió en Rusia y en China, que saldría un país comunista o anticomunista, pero fue anticomunista porque aquí ganaron los blancos en lugar de los rojos.
Enrique Gómez Gonzalvo 17-03-2022, Referencia 529