
España es un país maravilloso para vivir y el pueblo que levantó en plena epidemia del coronavirus y en un tiempo record un hospital de 1.000 camas con 1.000 profesionales de la medicina hay que reconocer que tiene que ser muy valioso. Es el hospital de IFEMA que Isabel Díaz Ayuso, su fundadora, ha ofrecido al Presidente del Gobierno para acoger heridos de la actual guerra de Ucrania, por lo que además de valioso, es muy generoso.
No somos tristes ni amargados. Pensamos que la vida es corta y que hay que aprovechar los momentos fugaces de felicidad que nos ofrece. Somos un pueblo alegre, al que le gusta salir e ir de tapas, pues hay pocos rincones del mundo en que se coma tan bien y a precios tan razonables. Somos gente educada, amable, muy solidaria y ¡líderes mundiales en trasplantes!
Vivimos en uno de los países con las tasas de delincuencia más baja del mundo, entre los tres últimos de la Comunidad Europea en homicidios y su número ha caído en picado en los últimos años. Nuestra red de autopistas, autovías y aeropuertos, que se hicieron en la época de Aznar, es magnífica. La sanidad según el Foro Económico Mundial es la mejor del mundo y Madrid es la ciudad que más congresos acoge, tras París y Viena.
Descubrimos, conquistamos y evangelizamos un continente, lo organizamos y lo mantuvimos durante 300 años y ni antes ni después se ha vivido allí mejor que en aquella época. Debemos sentirnos orgullosos de nuestra historia, pero sin pasarnos, pues el excesivo nacionalismo no es bueno. Otros países de nuestro entorno también hicieron cosas interesantes y, entre todos, creamos esta Europa, cuna de las libertades y sede de la Civilización occidental que ha trasplantado sus instituciones a gran parte del mundo.
Actualmente tenemos muchos problemas que debemos ir resolviendo. Es necesario restaurar la convivencia pacífica en Cataluña, impedir que ocurran cosas tan peregrinas como que en Valencia haya colegios de primaria en los que no se dan clases en español. Se debería poner orden en la economía disminuyendo el excesivo gasto público con el consiguiente endeudamiento. Aligerar la administración del Estado con 2 millones y medio de funcionarios públicos y un millón de contratados y enchufados que no podemos pagar. Respetar a todos los compatriotas vivos y muertos porque todos son españoles y a los símbolos nacionales, el primero de ellos la Corona.
Se debe terminar con esa ficticia lucha de sexos, con la ley de memoria histórica que reaviva viejos conflictos, limitar las competencias de las comunidades autonómicas que fomentan la insolidaridad de nuestras regiones, etc.
Enrique Gómez Gonzalvo, 13-06-2022 Referencia 525