
En la actual guerra ruso-ucraniana, el Presidente americano Joe Biden está llamando a todo el mundo, hasta al quiosquero de la esquina, pero no a Sánchez. El Presidente español no lo comprende, pero viene en la historia.
Normalmente los cambios de gobierno no suelen producir giros bruscos en política exterior porque los interese nacionales no cambian cuando lo hacen los gobiernos. Esto no ha ocurrido en España desde el comienzo de la Transición y nuestras relaciones exteriores han sido muy diferentes en las diversas legislaturas.
Suárez, de orígenes falangista, con su antiamericanismo latente no pensaba que formábamos parte del núcleo duro del mundo occidental. Él, que declaró en cierta ocasión estar a la izquierda de Felipe González, coqueteaba ingenuamente con el tercer mundo y se mostraba ambiguo ante el posible ingreso de España en le OTAN. Visitó a Castro en 1978 y envió una representación, que muchos consideraron desafortunada, a la Conferencia de países no alienados que se celebró en La Habana en 1979. Quizá lo más llamativo fue el abrazo con Yasser Arafat, una foto que dio la vuelta al mundo y que no gustó en importantes centros de poder.
Durante la época de Felipe González, al principio con Morán, la política exterior se caracterizó por el intento de acercamiento a la Unión Europea, pero también con reticencias para entrar en la OTAN, con la aproximación al Tercer mundo, el estrechamiento de las relaciones con Argelia, con el Frente Polisario y con los gobiernos socialistas de Portugal y Grecia, etc.
Con Ordóñez la política exterior se volvió pro americana y pro occidental, se reanudaron las relaciones con Israel, entramos en Europa y en el núcleo duro de Occidente. España se convirtió en un país respetado y respetable e incluso envidiable después de las famosas Olimpiadas de Barcelona, con el príncipe de Asturias desfilando con la bandera española al frente de su delegación y además obtuvo muchas medallas.
ConAznar en el 96 se inició una época de enorme prosperidad, semejante a la de los Reyes Católicos, la del siglo XVIII con Carlos III y la del 58 con el Plan de Estabilización. En política exterior nos convertimos en un país muy importante.
Por primera vez desde su independencia, las relaciones con EE UU, la primera potencia del mundo occidental, fueron excelentes pues éramos sus aliados. Nos llevábamos muy bien con la Inglaterra laborista de Tony Blair, muy europeísta, que representaba la izquierda civilizada, y al que le gustaba mucho España. Conseguimos la colaboración de Francia en la lucha contra ETA y que retirara sus reticencias a nuestro ingreso en la Unión Europea.
Con Zapatero todo se vino abajo. Cambió los aliados que tenía España. Su único amigo fue Erdogán, el islamista de Turquía. Volvimos al aislamiento internacional y a la querencia totalitaria con el mundo comunista. Y es que, como se suele decir, la política exterior suele ser un reflejo de la política interior, en la que se volvió al espíritu de la Guerra Civil, al pacto con ETA y con el separatismo catalán.
Sánchez sigue la política de Zapatero. Las estrechas relaciones con Venezuela, las FARC de Colombia, Bolivia, Cuba y la presencia de ministros comunistas en el Gobierno, hacen que Estados Unidos, la OTAN y las naciones de la Unión Europea, sientan una profunda desconfianza con el actual gobierno social comunista español.
Cuando se marchen los rusos comenzará la reconstrucción de Ucrania y, cuando se marcha Sánchez, comenzará la reestructuración de nuestra política exterior.
Enrique Gómez Gonzalvo 9/03/2022 Referencia 527