
Desde la Transición lo más importante para el Partido socialista no ha sido la existencia misma de España, la unidad de la nación española, la defensa de la Constitución, la igualdad de los españoles ante la ley, la falta de lealtad de algunas comunidades autónomas ola imposibilidad de estudiar en español en todo el territorio nacional, etc. Lo más importante, lo único importante era evitar que la derecha, el Partito popular, Ciudadanos o VOX, llegara al poder.
En la deriva separatista de Cataluña, el Partido socialista y el Partido popular pudieron pactar que en los debates de investidura ninguno de los dos partidos mayoritarios se opusiera al candidato que hubiera ganado las elecciones. Pudieron intentar una reforma constitucional para que el presidente del Gobierno fuera elegido por sufragio universal directo para no depender de los votos nacionalistas. Pudieron hacer muchas cosas contra el separatismo y no las hicieron.
Felipe González, tras perder las elecciones en 1996 a consecuencia de la corrupción, escribió conjuntamente con Juan Luis Cebrián el libro El futuro no es lo que era, publicado en el 2001. A pesar de que en las Olimpiadas pagadas por todos españoles, Jordi Pujol había tratado de convertirlas en un acto separatista y antiespañol para evitar la mayoría absoluta de la derecha, la única salida consistía en suscribir una alianza estratégica con los nacionalistasvascos y catalanes. Por esto le dijo Felipe González en un mitin a Nicolás Redondo: Nicolás, no te equivoques, nuestro aliado es el PNV. Y por esto calló cuando Carod Rovira negoció con Ternera para que ETA matase en Aragón y no en Cataluña.
Los sucesores de Felipe González, Zapatero y Sánchez han seguido en la misma línea de odio a la derecha y antes que con el Partido popular han preferido pactar con los comunistas de Podemos, con los comunistas sucesores de ETA y con los separatistas vascos y catalanes. Volvieron al rencor de hace 40 años que no existía desde que se inició la transición.
Sus prioridades de gobierno han sido sacar a Franco del Valle de los Caídos, el cambio climático, el feminismo, la ideología de género, la promoción de las lenguas regionales y contentar a las comunidades autónomas separatistas.
Si el pensamiento de Marx se reducía a odiar al rico, la base del Partido socialista ha sido y continúa siendo el odio enloquecido e irracional al principal partido de la oposición.
Enrique Gómez Gonzalvo 29-01-2020 Referencia 520