
Lo que más caracteriza actualmente a las personas de derecha, no es como en otras épocas su condición de creyentes o no creyentes de liberales o no liberales, de más o menos conservadores, es la idea de España. Antes que Cataluña, que el País vasco o que el reino de Asturias, fue Hispania, la provincia romana y desde entonces todos los españoles tenemos la misma historia. Su ideología es la democracia y el sentimiento de que todos somos iguales ante la ley, acompañado de un componente compasivo en las relaciones humanas quizá por la profundidad de nuestras raíces cristianas.
Para gran parte de la izquierda y de los separatistas España es cosa de fachas y, para algunos, no existe o es un error histórico. Están contra los signos de nuestra cultura que son el Rey, la bandera y la gran cruz de Cuelgamuros, a la que quieren derribar. Van contra nuestra historia y, la España de los Reyes Católicos, no es la base del Estado español sino la fuente de nuestros males.
Utilizan la lengua común de los españoles, que es el vínculo que más une, como la herramienta principal para luchar contra esa unión. No les importa que tengan que imponer la enseñanza a muchos niños en una lengua, que no es la suya, con la consiguiente dificultad para el aprendizaje.
Siguen creyendo en la Leyenda Negra. Piensan que España fue una especie de excrecencia que le salió a Europa, que estuvimos a punto de devorar lo mejor de la civilización occidental, pero afortunadamente fuimos derrotados por la Armada Invencible y por el norte protestante, que son los que encarnan los valores de democracia y libertad.
El patriotismo español, el apego a nuestra patria, lo consideran anacrónico y reaccionario, lo ridiculizan, lo reprimen y a los nacionalismos periféricos los consideran democráticos y progresistas.
Los españoles que se consideran de derecha piensan que las autonomías que se hicieron en la transición, para contentar a catalanes y vascos, son una fuente de corrupción y de privilegios y han conseguido que España sea la nación con más cargos políticos de toda la Unión Europea. A la deslealtad natural de los llamados nacionalismos periféricos, se ha unido la deslealtad de las autonomías ante el poder central para obtener más poder personal, más competencias y más dinero.
Piensan, los que son de derechas, que España se va pareciendo cada día más a la Primera República. Su primer presidente, Estanislao Figueras, en una reunión del Consejo de Ministros el 9 de junio de 1973 exclamó “Señores. Voy a serles franco, estoy hasta los cojones de todos nosotros”. Hizo las maletas y marchó a París.
La penúltima charlotada ha sido la del alcalde socialista de León que quiere separar León de Valladolid y formar comunidad independiente con Zamora y Salamanca.
Enrique Gómez Gonzalvo 15-12-2021 Referencia Referencia 491