
La causa de la Guerra civil la dijo Gil Robles unos meses antes de la sublevación “media España no se resigna a morir” y, esa media España, siguió a los sublevados porque los estaban matando. Dicho de otra forma, media España quería imponer el comunismo y la otra media lo impidió.
El antecedente de la guerra estuvo en el golpe de Estado del Partido socialista del año 34 por haber perdido las elecciones en el 33, con la sublevación en Asturias en la que se produjeron 1.500 muertos.
Los hechos históricos no son ni para aplaudirlos ni para condenarlos sino para analizarlos y sacar conclusiones, pero no se deben manipular ni utilizarlos con fines partidistas.
A las nuevas generaciones se les ha ocultado en los colegios la causa de la guerra. Se les debería decir que el gobierno del Frente Popular trataba de implantar un gobierno comunista semejante al que instaló la URSS en Mongolia en 1924. Sería, como decía Stalin, “una democracia de nuevo cuño” en oposición a las “democracias representativas” occidentales.
Largo Caballero, que según Stanley Payne era un político mediocre, estaba de acuerdo con esa “democracia” y ante la indicación de Stalin que moderara su ansia revolucionaria, le contestó que “la democracia representativa no gozaba entre nosotros de mucho prestigio”.
Posteriormente, ante las elecciones de febrero del 36, Largo Caballero anunció que si no ganaban irían a la guerra civil, que esperaban ganar. No era solamente Largo, Prieto decía: tenemos todo, tenemos el oro del banco de España, tenemos las ciudades, tenemos el trigo, tenemos el acero, tenemos la aviación, tenemos la armada. Era verdad que tenían todo, pero no tenían la razón.
Finalmente, a la muerte del general Franco, olvidada la confrontación, hubo una reconciliación nacional y se realizó la transición hacia una monarquía parlamentaria. Hubo una Ley de amnistía y ambos bandos se perdonaron las barbaridades que cometieron, como ocurre en todas las guerras.
Durante la Transición, sobre todo en la época de Aznar, vivimos los años de mayor prosperidad en la historia de España desde los Reyes Católicos.
Todo se terminó con Zapatero, y empeoró con Sánchez, que consideraron que la Transición estuvo mal hecha y que la legitimidad ha de venir del Frente Popular, con lo que han dividido a los españoles en buenos y malos. Ellos se presentan como defensores de los desheredados, de los inmigrantes, de las mujeres por ser el sexo débil, etc. y al capitalismo lo perciben de forma errónea como malvado, criminal, egoísta e insolidario.
Enrique Gómez Gonzalvo 12-12-2021 (Referencia 499)