
El fascismo, la ideología de moda en Europa en los años 30, tuvo entre nosotros escasa implantación. La primera organización fascista en España (Bandera Negra) fue catalana y se fundó en 1992, 10 años antes que las JONS. Un año después, en 1923, también en Cataluña se fundó Traka, que se identificaba con las Camisas negras de Mussolini. La mayoría de sus miembros terminaron marchándose con Primo de Rivera, al que también apoyó casi toda la derecha catalana. Ahí están las fotografías con sus fraques, junto con los grupos de autodefensa contra el terrorismo anarquista, acompañando a don Miguel a la estación cuando iba a Madrid para hacerse cargo de la presidencia del Consejo de Ministros.
El nazismo solo existió en los Círculos wagnerianos de Barcelona y, será casualidad, pero Arzallus, el que tantos años mandó en el Partido Nacionalista Vasco, en su etapa de profesor en Alemania sus alumnos le llamaban “el Nazi” y lo de pertenecer a una raza superior solo lo han defendido en España los nacionalistas vascos y catalanes.
El primer escritor e intelectual español que intentó difundir las ideas del fascismo italiano fue Ernesto Giménez Caballero. Ramiro Ledesma, con sólo veinticinco años, fue el primero que intentó la implantación, casi literal, del fascismo italiano a través de las llamadas Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) en 1931. Pronto se le unió Onésimo Redondo con su pequeño grupo, casi análogo, pero de carácter católico.
José Antonio Primo de Rivera y sus colegas fundaron Falange Española en octubre de 1933.
En 1.934 se fusionaron la Falange de José Antonio, un aristócrata acomodad con las JONS de Ramiro Ledesma, que podría denominarse un «intelectual proletario» procedente de la clase media baja, sin ningún encanto ni carisma personal. Más allá de esto, Ledesma insistía en una estrategia socioeconómica más radical que la de Falange y en la necesidad de formar alianzas más amplias con los militares y con la derecha radical, como habían hecho Hitler y Mussolini.
Ramiro Ledesma fue expulsado en 1935 y ejecutado en la primera fase de la guerra por el bando republicano. A partir de ahí, José Antonio Primo de Rivera, convencido que la simple imitación de la política radical italiana no tendría éxito en España, insistió en que “no somos fascistas” y buscó una doctrina revolucionaria inequívocamente nacional, pero no encontró ninguna.
En los 3 años cortos desde su fundación en 1933, José J Antonio mostró numerosas contradicciones y no es posible saber donde habría acabado al cabo de diez años. Sus últimos papeles, escritos en la cárcel, reflejan una incertidumbre considerable.
Franco no mostró ningún interés por el falangismo y su doctrinas. Comenzó la Guerra civil alineándose con las doctrinas moderadas del General Mola, que fue quien organizó la rebelión contra el Gobierno del Frente Popular.
Con la guerra se radicalizaron los dos bandos y Franco llegó a la convicción que se necesitaba un modelo totalmente único y más autoritario de partido único. El radicalismo falangista comenzó a disminuir a partir de 1941 y el tradicionalismo católico fue ganando terreno.
Actualmente no hay ningún partido fascista en España, ni falta que hace, al contrario de lo que ocurre con los partidos comunistas. Los partidos de izquierda utilizan la palabra facha o fascista como un insulto dirigido a todos que no piensan como ellos.
Enrique Gómez Gonzalvo 22-10-2021 Referencia 473
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Enrique Gómez Gonzalvo 22-10-2021 Referencia 473
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