INTELECTUALES DERECHISTAS DURANTE LA GUERRA CIVIL

En los dos bandos hubo escritores de renombre, pero los  de mayor prestigio internacional Ortega y Gasset, Marañón   y Pérez de Ayala estuvieron a favor de los sublevados. Los 3 habían formado parte del Partido Reformista de Melquíades Álvarez y,  cuando este partido fracasó,   fundaron  en 1931 forma   improvisada  Asociación al Servicio de la República,  si bien nunca explicaron  qué república era la que querían implantar.

Solo unos meses después del  advenimiento de la República y tras la quema de iglesias y conventos,  Ortega publicó en el diario El Sol el famoso artículo que comenzaba con la conocida frase “no es esto, no es esto”. Tras la victoria  del Frente Popular en las elecciones de febrero del 36, viajó a París para preparar el traslado de su familia. Con el asesinato de Calvo Sotelo, vio claro que por fin se había desatado la revolución  que la izquierda venía anunciando y se exilió a París.  Sus dos hijos decidieron alistarse en el ejército de Franco con su plena aprobación.

 Gregorio Marañón, exiliado en Francia, al ser solicitada su opinión por un grupo de intelectuales sobre la España republicana contestó: “No hay que esforzarse mucho, amigos míos; el ochenta y ocho por ciento del profesorado de Madrid, Valencia y Barcelona [las tres universidades que, junto a la de Murcia, habían quedado en manos de los republicanos] han tenido que huir al extranjero, abandonar España,  ¿saben saben ustedes por qué? Sencillamente porque temían ser asesinados por los rojos. ser  a pesar  que muchos de los intelectuales amenazados eran tenidos por hombres de izquierda.

 Pérez de Ayala,  al iniciarse la Guerra Civil se exilió a Francia. Dos hijos suyos se alistaron como voluntarios en el Ejército nacionale.

Madariaga  que había sido ministro de la República, publicó un manifiesto al iniciarse la Guerra que tuvo una gran repercusión en el que indicaba   que la izquierda no tenía autoridad moral para condenar a Franco porque antes había liderado la revolución de Asturias en el 34.  

Entre los escritores ocurrió como a tantos españoles, que fueron empujados a la sublevación por la deriva revolucionaria de la República,  pues sin la bolchevización del PSOE no hubiera habido  guerra civil.

En la zona donde la sublevación fracasó, la explosión revolucionara fue acompañada desde el principio de una violencia anticlerical sin precedentes en la historia de España. Más de 6.800 eclesiásticos fueron asesinados; una buena parte de las iglesias, ermitas, santuarios fueron incendiados o sufrieron saqueos y profanaciones, con sus objetos de arte y culto destruidos total o parcialmente.

Manuel Machado, partidario del bando nacional,  ha debido soportar siempre la innecesaria comparación con su hermano Antonio. Para reivindicar su importancia, Borges dijo aquello de: «No sabía que Manuel Machado tuviera un hermano».

Entre los catalanes destacó  Josep Pla, el mejor prosista catalán del siglo XX. Luchó a favor de Franco, pero no fue bien visto por el bando nacional dada su vocación liberal y su condición de seguidor de Cambó. Se autoexilió al final de la guerra en  Ampurdán.

  Clara Campoamor fue abandonada por las dos Españas. La izquierda  no le perdonó que sacara adelante el voto de la mujer porque consideraba que eso le perjudicaba electoralmente y  la derecha tampoco olvidó que promoviera el divorcio. Murió en Suiza, de cáncer de útero, 3 años antes que Franco,  olvidada tanto por las mujeres de la derecha como de la izquierda

La lista sería demasiado larga…

Enrique Gómez Gonzalvo 12-10-2021 Referencia 468


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