
Ya lo escribió Carlo Cipolla: la estupidez es el rasgo más peligroso del ser humano. Una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas.
Decía Cipolla que la estupidez viene determinada genéticamente y es extraordinariamente frecuente en todas razas, sexos, nacionalidades, profesiones y épocas. El número de estúpidos siempre es muy superior a lo que nos imaginamos.
El principio de Hanlon establece que «nunca atribuyas a la maldad lo que se explica adecuadamente por la estupidez». Es el origen de la mayoría de los más graves errores que cometen los seres humanos.
Las ideologías estúpidas son como jaulas de las que no se puede salir e impiden pensar, discurrir, dudar y razonar. Así son las ideologías izquierdistas y los diversos socialismos y comunismos. Cuando la estupidez individual se combina con esas ideologías sus efectos son devastadores.
Para Ricardo Moreno Castillo la estupidez es el verdadero motor de la historia. Dice que los llamados valores progresistas son formas de estupidez que se han instalado profundamente en la conciencia de la mayoría de la gente, en el Estado, en la Iglesia y en el cuarto poder. Lo mismo que ocurrió en otras épocas con los diversos fanatismos religiosos (al fin y al cabo la izquierda es una forma de herejía del cristianismo).
La estupidez izquierdista ha causado tragedias, maldades, desgracias y genocidios que han afectado a millones y millones de seres humanos. Y lo paradójico del asunto es que todavía las diversas utopías intervencionistas siguen teniendo buena fama y predicamento.
Álvaro Vargas Llosa en el “Manual del perfecto idiota latinoamericano”, llamaba idiota al que cree que él es pobre porque otros son ricos. Al que piensa que la historia es una conspiración de malos contra buenos en la que los malos siempre ganan y los pobres pierden. También, al que busca coartadas y chivos expiatorios (el imperialismo, el neocolonialismo, las multinacionales, los especuladores, el Pentágono, la CÍA, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etcétera). Al que se siente siempre en la cómoda situación de víctima para no tener mala conciencia, perpetuándose y eternizándose en el error.
Inteligentes, según Cipolla, son los que obtienen ganancia para él y para los demás. Malvados a los que obtienen ganancia propia y perjuicio a los demás. Incautos los que se producen perjuicio a si mismos y ganancia a los demás.
Enrique Gómez Gonzalvo, 2-10-2021, Referencia 462