
La nación española, en su versión moderna de estado-nación, nació en el siglo XIX tras la Constitución de Cádiz de 1812, pero como concepto geográfico, cultural, histórico y político existía, al menos, desde mediados del siglo V con el reino visigodo. Con ellos se produjo cierta unidad política de los diversos pueblos de la Península Ibérica. La unidad religiosa tendría lugar unos cien años más tarde con el III Concilio de Toledo y desde entonces la historia de España es inseparable del catolicismo.
Tras la invasión musulmana, con la Reconquista, persistió en los diversos reinos cristianos la idea de expulsar a los musulmanes y restablecer el antiguo reino visigodo. Es por ello que Claudio Sánchez Albornoz, el último presidente de la República en el exilio, afirmó que España se forjó en la lucha contra el islam y que no se comprende España sin el cristianismo.
Con Carlos I y Felipe II España fue cabeza de un imperio, la llamada Monarquía hispánica o Monarquía católica, cuyos territorios además de en la Península Ibérica estaban en Italia, Flandes, Asia y, sobre todo, en América. Carlos I era rey de España, pero fundamentalmente fue el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico y la conexión de los súbditos con el rey se basaba en la mera lealtad.
Después de constituirse en estado-nación, España ha pasado por periodos muy diferentes, Monarquía absoluta, régimen de la Restauración, dictadura de Primo de Rivera, Primera y Segunda República, Guerra civil, otra dictadura del general Franco, la Transición y, finalmente, la nueva Monarquía constitucional. Es evidente que España es uno de los países con más historia y más antiguos del mundo.
Hemos cometido muchos errores a lo largo de la historia, pero no tan graves como los de la Alemania nazi, la Francia revolucionaria, el imperialismo japonés o la Rusia soviética.
Uno tiene que querer a su país tal y como es, no como desearía que hubiese sido y nunca fue. Esta es la gran diferencia entre un nacionalista y un patriota. Los nacionalistas siempre andan distinguiendo entre los buenos vascos y los malos vascos, los buenos catalanes y los malos catalanes, los buenos españoles y los malos españoles.
El patriota ama a su país, pero no sueña con una España ideal e idealizada que nunca jamás existió en la realidad. Es cierto que ha habido demasiadas guerras entre nosotros, carlistas contra liberales, nacionalistas contra republicanos. Mejor que no hubieran existido, pero lo importante es la reconciliación, porque, al fin, todos somos españoles.
Enrique Gómez Gonzalvo, 29-10-2021 Referencia 456