LOS SINDICATOS OBREROS

                                             

 
Los sindicatos obreros  nacieron  en el curso de la Revolución industrial tras el fracaso de la Comuna de París de 1871 y el cese de los  procesos revolucionarios en Europa. Era la época de Bismarck en la que había  una  enorme prosperidad en Europa que  duraría hasta  el desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial  y los partidos predominantes  eran los socialdemócratas, que aceptaban la propiedad privada.

 Fue en aquella época cuando los trabajadores de las cuencas mineras e industriales del Rhur y de Baviera eligieron a sus representantes  para negociar con los empresarios y los acuerdos para su cumplimiento contaban con la garantía del Estado.

Todo cambió con la llegada de Lenin que fue el inventor del totalitarismo. Es entonces cuando los sindicatos se comunistizaron. Ya no pretendían mejorar las condiciones de los trabajadores sino apoyar a los partidos de izquierda y conseguir el cambio de régimen mediante la huelga revolucionaria.

En España la Unión General de Trabajadores la creó en  1888  Pablo Iglesias, el fundador y secretario general del Partido Socialista. Posteriormente en  1927 se creó la FAI de inspiración anarquista.

Durante el franquismo los sindicatos, si excluimos  el sindicato vertical, prácticamente no existían, ni siquiera en la clandestinidad.

 Durante la transición, el  sindicato de más afiliación era Comisiones Obreras de orientación comunista fundado por Marcelino Camacho.  La UGT, de orientación socialista,  dirigido por Nicolás Redondo, era el protegido por la patronal para frenar al sindicato comunista, porque un año antes de la muerte de Franco los comunistas de Portugal  habían promovido la Revolución de los Claveles.

 Ambos sindicatos, Comisiones y UGT,  eran democráticos  y respetables. No como los sindicatos actuales,  que en lugar de vivir de las cuotas de los trabajadores lo hacen  de las aportaciones del Estado como ocurría con los sindicaos verticales del franquismo. Las huelgas que organizan no son para defender a los trabajadores sino para presionar al Estado que le aumenta las subvenciones.

Además han caído en la corrupción. En Andalucía, en el caso de los ERES, lo sindicatos junto con el Partido Socialista se apropiaron  del dinero destinado  a los parados mediante facturas y  contratos falsos  de alquiler.

 Susana Díaz, la  presidenta de la Junta de Andalucía,  decía que ella  se había casado  con un “tieso” porque  su esposo tenía unos ingresos como auxiliar  que oscilaban  entre 700 y 1.200 euros mensuales, pero callaba  que a la vez estaba cobrando subvenciones ilegales. Ella siguió  el ejemplo de su mentor Manuel Chávez,  que afirmaba   que su patrimonio,  después de haber sido vicepresidente del gobierno y presidente de la Junta de Andalucía durante más de 20 años, se reducía a 12.000 euros.

Más  peligroso  es el actual  secretario general de UGT, José Álvarez,  por sus elogios y  sus visitas a la cárcel al líder de ERC,  Oriol Junqueras, para conversar  sobre la actualidad política.

Habiéndose demostrado  reiteradamente que  el capitalismo es mejor que el comunismo para el bienestar de la clase obrera, lo lógico sería pensar que los  sindicatos deberían defender el capitalismo y  la socialdemocracia debería haber reñido con el comunismo, pero ninguna de las  dos organizaciones han dado nunca este paso.

        Enrique Gómez Gonzalvo  18–08–2020 Referencia 438


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