
Raymond Arán decía que las relaciones entre los estados se basan en que los que pueden hacerlo imponen su voluntad. Las relaciones internacionales no son una cuestión de buenos o malos, de si nos quieren o nos nos quieren, es un problema de reparto del poder. Cada nación, al defender sus intereses, entra en colisión con otras naciones y para conseguir la victoria utiliza los procedimientos que considera convenientes incluyendo la guerra.
La Leyenda Negra contra España se produjo porque los españoles eran más poderosos y nuestros enemigos querían arrebatarnos el poder. Un país con 6 millones de habitantes (5 la Corona de Castilla y 1 la de Aragón) había descubierto, conquistado y evangelizado un continente. Si no nos podían derrotar económicamente, militarmente o culturalmente, para ocultar su enorme frustración, era inevitable que sus enemigos acudieran a lo que ahora llamamos la guerra sucia. Por eso nos atribuyeron toda clase de defectos, solo que habíamos tenido suerte. Algo parecido ocurrió con los alejandrinos en relación con los romanos y a los europeos con los actuales Estados Unidos.
La Leyenda surgió en Italia porque allí había comenzado la expansión del Imperio español coincidiendo con el florecimiento del humanismo renacentista. Anidó especialmente en el mundo protestante porque se convirtió en un arma en la guerra de reformistas contra la Iglesia católica y España era el buque insignia del catolicismo. Finalmente, en el siglo XVIII, los enciclopedistas franceses llegaron a la conclusión que España no había aportado nada al acervo cultural de la humanidad y que éramos un pueblo ignorante que despreciaba la ciencia.
Lo intolerable e inaceptable es que esa Leyenda viniera teñida de racismo. Nos consideraban una raza inferior por habernos contaminado con la sangre de moros y judíos a consecuencia de nuestro pasado musulmán y de la proximidad a África. De ahí vino la frase “África empieza en los Pirineos» atribuida a Alejandro Dumas.
Lo peor, lo que diferencia a nuestra Leyenda Negra de las que sufrieron otros imperios, lo que no ha ocurrido en ningún otro país ha sido que la mayoría de las élites intelectuales aceptaron la argumentación de nuestros enemigos. Que España era un país más intolerante que los demás, que era una vergüenza entre las naciones desarrolladas.
Esto ocurrió con los ilustrados del siglo XVIII, con los hijos de los ilustrados, con los nietos de los ilustrados, con los escritores de la Generación del 98 y culminó con Ortega y su estúpida frase “España es el problema y Europa la solución”. Ha calado la idea en el pueblo llano que “en este país todo funciona mal, se trabaja poco y nos echamos la siesta” aunque las estadísticas muestren que España es uno de los países de Europa en que más horas se trabaja.
El perjuicio que esos intelectuales han ocasionado a España ha sido enorme.
Enrique Gómez Gonzalvo 28/05/2021 Referencia 432
120 La leyenda Negra Publicado 25/07/2016
316 Los fantasmas de la Leyenda Negra Terminado.
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