
Aunque no lo reconocen los progres, es un hecho indiscutible que nuestro desarrollo viene de los años 60. En 1959 un grupo de tecnócratas ligados al Opus Dei, Laureano López Rodó, Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio, tomaron las riendas de la política económica frente a la autarquía falangista, introdujeron medidas aperturistas y liberalizadoras y entre 1959 y 1973 se produjo algo tan excepcional que se conoció como el «milagro económico español».
Pocos países han disfrutado de un período tan prolongado de crecimiento económico. Fuimos la China de los 60. Un país autoritario que abre su economía al mundo desde una posición de partida muy mala, consiguió sumarse al tren de la modernidad. Además de salir del subdesarrollo, España fue preparando el camino para que fuera posible la transición pacífica a la democracia que, además, resultó ejemplar y sirvió de modelo a otros países.
Los primeros presidentes de la democracia, Adolfo Suárez, Felipe González y José María Aznar mantuvieron el modelo económico que había sido tan beneficioso y tan eficaz para el progreso de España y continuaron las reformas. Aunque la mejor época fue la de Aznar, Felipe González ya había sentado las bases con la reconversión industrial.
Con Zapatero, que gobernó de 2004 a 2011 todo cambió. De él escribió Ramón Tamames en su libro “Cómo y cuándo acabará la crisis”, que Zapatero le dijo en 2009: “Ramón es que no os enteráis, estamos mejor que nadie y vamos a salir de la crisis antes que nadie”. Su ministro de Economía Pedro Solbes afirmó “que no tenía ideas sino ocurrencias”. Al terminar su mandato, con 2.700.000 parados, la prima de riesgo a 649 y la quiebra del sistema financiero, el panorama era desolador.
En 2011 Mariano Rajoy que encontró un país en recesión y lo dejó creciendo algo menos del 3 % del PIB.
En el 2018 llegó Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno, no por haber ganados unas elecciones, sino por una moción de censura a Rajoy y formó un gobierno de coalición con los comunistas, apoyado por los separatistas de Cataluña y por los sucesores de ETA.
En el momento actual actual estamos con 7 millones de parados: los 4 reconocidos por el Gobierno, un millón con expediente de regulación de empleo (ERE) que tampoco trabajan y casi 2 millones de autónomos en situación de “cese de actividad”.
No todo el empeoramiento económico se debe a la pandemia. El origen es anterior. Han seguido desde el principio la política económica preconizada por la izquierda más radical, incremento del gasto público y subida de impuestos que, acompañado de la inseguridad jurídica ha hundido la inversión extrajera. La consecuencia es que la deuda pública alcanza el 125 % del PIB, su mayor nivel en 140 años.
¿Hasta donde puede crecer la deuda? Hasta que no podamos pagarla, entonces se producirá la suspensión de pagos del Estado y el corralito.
Pretender tener más servicios sociales, más despilfarro y que lo pague Europa es una ficción. Cada país, como cada familia y cada individuo debe hacerse responsable de su destino, de su futuro y el Estado tiene que decirles y tratarlos como personas adultas y responsables.
Es fundamental la política económica que se sigue. No es casualidad que la Comunidad de Madrid sea la más próspera y la más rica de España y hace 26 años, cuando comenzó a gobernarla la derecha, ocupaba solo el quinto lugar.
El Partido Socialista y el crecimiento económico son incompatibles.
Enrique Gómez Gonzalvo 22-07-2021 Referencia 409
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