
Responsabilidad es saber que uno ha de de responder de las consecuencias de su actos. No basta que tenga buenas intenciones, pues como dice un refrán de la Edad Media, de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.
Se ha dicho que la ética lleva al cielo, pero la política se hace en la tierra. Maquiavelo afirmaba que ética y política no tenían nada que ver. No es verdad. Las normas éticas son de ámbito universal, se deben aplicar a todas clases sociales, a todos los hombres, incluyendo a los políticos.
Ramón de Campoamor escribía “en este mundo traidor/ nada hay verdad ni mentira/ todo es según el color/ del cristal con que se mira”. Para Carlos Marx el cristal era la clase social. Si la víctima era un obrero, robarle o matarlo era un delito y había que castigarlo, pero si era al revés, si el delito cometido era contra un burgués, si pertenecía a la clase social de la burguesía, podía ser un acto bueno por ser la única forma de adelantar la llegada al paraíso que es la sociedad sin clases. Hitler venía a decir lo mismo, pero los protagonistas eran un alemán o un judío.
España es la nación de Europa que ha tuvo en la primera ola de la actual pandemia el mayor número de muertos en relación a la población y tendrá la mayor ruina económica, que empezaremos a ver muy pronto.
En el mes de enero del pasado año, la oposición preguntó al gobierno que pensaban hacer con el virus chino y el gobierno contestó por boca de Fernando Simón que no había virus, que nunca llegaría a España, que si acaso uno o dos y que de todas formas estábamos preparados.
El gobierno sabía la existencia de la epidemia porque en el mes de enero se lo había comunicado la Organización Mundial de la Salud e Italia ya estaba confinada. El que no lo sabía era el triste pueblo español. Tenían que llegar al 8 de marzo para celebrar las manifestaciones. En la de Madrid se infectaron todas que llevaban la pancarta, incluida la vicepresidenta del gobierno que se curó en la Clínica Ruber, una de las cadenas hospitalarias de mayor prestigio del mundo.
Con más de 100.000 muertos, el Sr. Sánchez ni siquiera ha pedido disculpas y el que fue Ministro de sanidad, Francisco Illa, como ha nacido en Barcelona, dice que no se arrepiente de nada.
Enrique Gómez Gonzalvo 27-04-2021 Referencia 606