
En los políticos ocurre como en la sociedad en general que, aunque hay gente buena, el nivel moral es bajo. Pero en los políticos son más frecuentes la vanidad, la soberbia, la mentira y el engaño.
La adulación a los que tienen poder les hace un daño tremendo al excitar su vanidad. Pocos resisten al “si presidente”, “has estado fenomenal, presidente”, “¿qué piensas, presidente”?
A otros les puede más la soberbia, como a Illa, el que fue ministro de Sanidad durante la pandemia, que dijo no se arrepentía de nada, después de los 100.000 muertos ó 120.000 según los servicios sanitarios. La soberbia fue lo que empujó a Napoleón Bonaparte a ceñirse él mismo la corona imperial cuando el Papa, el máximo representante de Cristo en la Tierra, se había desplazado para ello a la catedral de Notre Dame.
La mentira que es tan antigua como Adán y Eva o como el homo de Atapuerca para los no creyentes, en los políticos es casi generalizada y para los comunistas, según dijo Lenin, “un arma revolucionaria”. Pero no la mentira utilizada como mecanismo de defensa, la mentira piadosa, sino la mentira deliberada, premeditada, la mentira como sinónimo del engaño.
Así lo reconoció con su cinismo habitual aquel viejo profesor, llamado Tierno Galván, cuando dijo que los programas electorales estaban hechos para no cumplirse. Pero lo más grave es, como hace Pedro Sánchez, utilizar la mentira para sobrevivir, ganar las próximas elecciones, mantenerse en el poder y después… ya veremos.
En los debates y en las tertulias televisivas, la mentira y el engaño están presentes en todos los contertulios. Los políticos y periodistas de izquierda, como por definición son los buenos tienen que querer el bien y la felicidad para todos y la derecha, que son los malos son los responsables de las cosas malas de la sociedad.
Si dices que eres socialdemócrata, de centro, siempre quedarás bien, porque serás dialogante, tolerante, estás contra la desigualdad y el racismo, pero tendrás que decir muchas veces “ellos y ellas,” “ciudadanos y ciudadanas”.
Si eres liberal tendrás que dar continuamente explicaciones de todo, porque en principio eres un anti demócrata, un fascista peligroso o un neo franquista. No puedes decir que Franco tiene el mismo derecho a tener una estatua en Madrid que Largo Caballero, el llamado Lenin español o que Indalecio Prieto. No puedes decir que todos o ninguno y que mejor ninguno.
Afortunadamente hay gente buena y valiente como Isabel Díaz Ayuso, a la que en las redes sociales llaman Agustina de Aragón, porque todos los progres van contra ella, en la prensa y en las televisiones.
Enrique Gómez Gonzalvo 16/04/2021(Referencia 620)