
España es uno de los países con mejor calidad devida del mundo: buen clima, buen nivel económico y cultural, la esperanza de vida más alta del mundo junto con Japón, extraordinaria red de carreteras, sistema judicial que permite condenar al cuñado del rey. Madrid, la capital, una de las ciudades más seguras del mundo, con una sociedad en la que la inmensa mayoría no está por la violencia y le asquea los alborotos callejeros.
Pertenece a la gran cultura occidental, que por muy mal que suene, es superior al resto de las culturas del mundo, pues nuestra civilización ha creado las ideas de igualdad, de libertad y los derechos individuales.
Es cierto que hay pobres, drogadictos, delincuentes, marginados, gente que no quiere trabajar, como en todos los países, pero nadie se muere de hambre porque en última instancia están los servicios sociales.
Sin embargo, los españoles tenemos una mala opinión de nosotros mismos, lo contrario de los argentinos que se creen los reyes del mambo y los reyes del mambo somos nosotros, pero no nos lo creemos. Lo contrario también de los franceses que son como nosotros pero al revés. Ellos han inventado el chauvinismo que es un nacionalismo hipertrofiad o y tienen una magnífica opinión de si mismos, mientras que los españoles tenemos una opinión mucho peor que la realidad.
Hay demasiados españoles que votan a partidos que tienen el objetivo de terminar con el régimen actual, que es el mejor de nuestra historia. Son los que piensan que la historia de España ha sido un error, al menos desde los Reyes Católicos y algunos, más concienzudos, lo extienden hasta Recaredo.
España como nación es uno de los grandes países en la historia de la humanidad. No hay ni diez países que en los 4.000 años de la historia del mundo haya aportado tanto a la civilización como nosotros. Si en el plano internacional no somos debidamente respetados es porque no nos respetamos a nosotros mismos. Joaquín Batrina, nacido en Reus decía que, oyendo hablar a un hombre fácil es saber donde vio la luz: si alaba a Inglaterra será ingles, si habla mal de Prusia será francés y si habla mal de España será español.
Vivimos con un complejo interiorizado de inferioridad al menos desde hace 300 años, especialmente en las élites dirigentes. Mitificamos a Europa, especialmente a Alemania, cuando hace menos de un siglo tenía campos de concentración. Nos avergonzamos de nuestra guerra civil cuando la guerra entre fascistas y comunistas de 1943 a 1945 en Italia produjo más de un millón de muertos Y los franceses no dicen que su revolución , además de los 1.200 muertos en la Vendée a manos de los jacobinos, guillotinó a 15.000 personas en París
Enrique Gómez Gonzalvo 1/04/2021 Referencia 344