
En los años 70, después del Concilio Vaticano II cuando los curas se pasaron al comunismo, había unos carteles en las iglesias que tenían curas progres que decían ¿Por qué hay pobreza en el mundo? y Te has hecho rico, ¿a cuántos has arruinado?
Son los mismos que se siguen preguntando por qué hay pobres en el mundo cuando la pregunta correcta debería ser ¿por qué somos ricos?
La pobreza es el estado natural del hombre. El homo sapiens siempre ha sido pobre hasta hoy, en que el 85 % no lo es. Hace 10.000 años, cundo terminó la época glacial y comenzó la agricultura, la esperanza de vida al nacer era de 18 años. Hace solo 500 años era de 27 y los hombres vivían más tiempo que las mujeres porque ellas morían sobre todo de parto.
La esperanza de vida del varón en España es de 81 años en el varón y de 86 en la mujer. La razón fundamental es que, si somos ricos porque disponemos de un elevado nivel de vida porque comemos mejor y tenemos buena asistencia sanitaria, se debe a la revolución industrial.
Lo explicó muy bien en 1776 un escocés llamado Adam Smith, padre de la economía moderna y creador del sistema económico llamado liberalismo económico o capitalismo, en el libro titulado La riqueza de las naciones.
Lo fundamental de su teoría es que la base de la naturaleza humana es la libertad individual. Que la tendencia de todo ser humano es el amor a sí mismo y la búsqueda del bienestar y de la felicidad en la vida. Que su propiedad más sagrada es su trabajo y privarle del fruto de su esfuerzo o impedir que comercie con él, es atentar contra su propiedad y su libertad. Nos dijo también que la mejor manera de crear riqueza es poder competir pacíficamente respetando las reglas de juego.
Nadie sabe porqué funciona el mercado, pero el hecho es que lo hace. Para explicarlo acudió al símil de la existencia de una “mano invisible” que coordina todos los movimientos en los intercambios comerciales, de forma que todos y cada uno de los que intervienen en ellos, buscando su propio interés, beneficia a los demás.
Las condiciones para que el sistema funcione es que, tanto el comprador como el vendedor sean libres. Que las reglas sean iguales para todos y las sanciones también. Que no haya ningún tipo de connivencia entre los particulares y los altos funcionarios del estado. Y que se eviten los monopolios.
Lo contrario del mercado es la planificación general, que se basa en la arrogancia de una persona o un grupo de personas que se creen capaces de fijar el precio de todos los productos y servicios.
Pues bien, el liberalismo económico después de más de 200 años, aunque se aplica cada vez más, no se ha generalizado porque muchos prefieren la igualdad, que vendrá acompañada de la pobreza.
Las grandes diferencias entre Suecia y Etiopía no están en las personas, que todas son muy parecidas, sino en las instituciones, en las que se tiene que respetar la ley, la propiedad, los derechos civiles y el funcionamiento de las leyes del mercado.
Enrique Gómez Gonzalvo 25/02/2021(Referencia 631)