LA REFORMA PROTESTANTE

                                              

Durante  el Renacimiento, tras tantos siglos en contacto con el poder, es evidente que la Iglesia católica había adquirido muchos “vicios”. No fueron los menores la simonía o compraventa de cargos eclesiásticos, la poca ejemplaridad en el clero, la provisión de cargos eclesiásticos por seglares, el olvido de su  fin sobrenatural,  la ambición de bienes temporales, el hecho  que los grandes señores se fueron apoderando de los monasterios nombrándose abades o protectores., etc.

Para Elvira Roca nada de esto fue la causa de la Reforma Protestante con la consiguiente ruptura de la Cristiandad. La Reforma  fue la consecuencia del enfrentamiento brutal de Carlos I con  los príncipes alemanes, de los que era su príncipe legítimo y que  se oponían a la integración europea que el emperador quería construir.

Se trató de  una guerra civil europea entre los que apoyaban a Carlos I y los que lo rechazaban, entre el imperio español y los nacionalismos emergentes.

La guerra la perdió el Emperador Carlos porque Lutero teológicamente  admitió el hecho de que si un príncipe cambiaba de religión podía  obligar a todos sus súbditos a que abrazaran la  nueva religión. Los príncipes alemanes se declararon jefes de sus propias iglesias territoriales, de modo que reunieron el poder religioso y el poder civil. Eran obispos que gobernaban sus regiones Ningún rey católico tuvo nunca tanto poder.

Para vencer al emperador era necesaria   la destrucción de la Iglesia católica,  que era el vínculo común de los diversos territorios del imperio. Esta destrucción se tenía que justificar y esto sólo podía hacerse convirtiendo a la Iglesia de Roma en la “ramera de Babilonia”.

 La difusión de la Reforma  fue tan rápida porque la confiscación de los bienes de la iglesia no se hizo para entregar las tierras a los campesinos sino a sus príncipes. Así cambió de mano casi el 25 % de todas las posesiones alemanas.

El instrumento del que se valieron los príncipes alemanes, según Elvira Roca, fue Lutero.  Era  un fraile agustino, antisemita, poco viajado, con trastornos alimenticios (obesidad y bulimia seguidas de semanas de ayuno), que recibió como regalo de bodas el convento agustino en el que residía, transformado en un magnífico palacio con 26 dormitorios.

Lutero,  el que dijo que la razón es la mayor puta que tiene el diablo, además de haber sido el responsable de  la ruptura de la Cristiandad, lo fue de la hispanofobia y de la creencia  en la supremacía de los europeos del norte protestante frente a los europeos del sur católicos. Según Gustavo Bueno el protestantismo es el que nos condujo a los campos de concentración.

La enorme contradicción es que  el luteranismo se ha vendido como el comienzo de la libertad religiosa.

Enrique Gómez Gonzalvo  14/01/2021 Referencia 494


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