
La Restauración fue el régimen político instaurado por Cánovas que va de 1874 hasta la instauración de la Segunda República en 1931.
Actualmente los partidos de izquierda, pretendiendo volver a épocas pasadas, tienden a ensalzar la Segunda República y a denigrar el régimen de la Restauración. La primera sería una época culta, progresista, dedicada a resolver los grandes problemas siempre pendientes favoreciendo a los desfavorecidos. La Restauración en cambio, para ellos, fue una época dominada por la corrupción política, la inestabilidad parlamentaria, el clientelismo político, el caciquismo e incapaz de integrar en el sistema a la “clase obrera” debido al “descontento popular”.
La verdad es que durante medio siglo, excepto los siete años de la dictadura de Primo de Rivera, el régimen de la Restauración permitió una cierta estabilidad que eliminó las convulsiones del anterior ciclo histórico con la primacía del poder civil y elecciones democráticas aunque con el sistema de partidos turnantes. Terminó con las sangrientas guerras civiles, estableció el derecho de las mujeres a ser elegidas en elecciones municipales, consiguió un progreso económico modesto, pero sostenido con la esperanza que la democracia se fuera afianzando y corrigiendo sus defectos. Se le ha achacado el lastre del caciquismo, si bien ocurría en el resto de Europa.
Todos contribuyeron a su caída, pero los primeros responsables fueron las élites intelectuales. Los más representativos Ortega, Marañón, Pérez de Ayala y Azaña, apostaron por la república, aunque nunca explicaron qué república querían implantar, ni cómo, ni con qué constitución. A ellos se sumaron las nuevas fuerzas políticas socialistas, anarquistas, republicanos y separatistas catalanes y vascos. Todas ellas eran minoritarias, pero muy virulentas. Todas frenaron las diversas reformas democratizadoras propuestas por los políticos del sistema, en especial por los conservadores No buscaban perfeccionar el sistema, sino derribarlo. Todas simpatizaban con la violencia, en especial con el terrorismo.
El anarquismo, tras la fundación de la CNT en 1910, adquirió cierta fuerza de masas y continuó con la tradición de atentados que conmocionaban una y otra vez al país. Varios de ellos se dirigieron contra los políticos más reformistas y capaces del régimen, como Cánovas, Canalejas, Dato o Maura, consiguiendo asesinar a los tres primeros. Alfonso XIII fue objeto también de repetidos intentos.
El partido socialista pudo haber tenido una orientación socialdemócrata, pero pronto se impuso el extremismo de Pablo Iglesias.
Dice Paul Preston que si el partido reformista no hubiera fracasado y se hubiera integrado en el sistema de la Restauración quizá se hubiera evitado la llegada de la República, pero la huelga revolucionaria de 1917 fue un acontecimiento decisivo.
Finalmente el régimen de la Restauración cayó y ésta fue la causa remota de la Guerra Civil.
Enrique Gómez Gonzalvo 16/10/2020 Referencia 263