
El principio ético de todo intelectual debe ser buscar la verdad e ir contra la mentira. Si el socialismo y el comunismo son una enorme mentira y las ventajas materiales y morales que han traído el capitalismo y la libertad económica son tan evidentes, es difícil explicar por qué tantos intelectuales defienden el colectivismo.
Algunos dicen que se debe a la envidia, sentimiento tan universal que quien afirma no haberla sentido y cree sinceramente en la veracidad de lo que dice, simplemente se engaña a sí mismo. Los intelectuales (periodistas, comentaristas políticos, profesores, etc.) creen que el mercado les da a ellos menos de lo que realmente valen y a la envidia acompañan el resentimiento. Como es un sentimiento vergonzante con frecuencia la disfrazan de santa indignación.
Para otros la causa es la soberbia. Es “la fatal arrogancia” de Hakey. Se sienten dioses y pretenden crear un hombre nuevo y organizar la sociedad.
Tiene razón Daniel J. Flyn cuando dice en su libro “Bobos intelectuales” que hay personas inteligentes, que tratando de adaptar el resultado de sus investigaciones a su ideología y a lo que es políticamente correcto, pierden el contacto con la realidad y se convierten en lo que él llama bobos intelectuales. Sus conclusiones pueden ser aceptadas inmediatamente por la comunidad científica aunque carezcan de rigor científico.
Ehrilich en su libro La explosión demográfica, predijo en 1968 que en los años 70 y 80 se produciría en el mundo una hambruna masiva. A medida que se iba aproximando la fecha, la iba retrasando. Esto predicción complacía a los que predicaban el fracaso del capitalismo.
Alfred Kinsey y colaboradores publicaron en los años 40 del siglo XX uno de los primeros estudios científicos sobre la sexualidad de los americanos, después de realizar más de 20.000 entrevistas. Entre los resultados obtenidos destaca la afirmación que las “parejas” de los pederastas disfrutaban del sexo y que el 37 % de los varones habían tenido alguna experiencia homosexual. Estas conclusiones eran compatibles con la revolución sexual o liberación sexual que ocurrió en muchos países del mundo occidental en la segunda mitad del siglo pasado.
Para la izquierda, el sistema capitalista es responsable del cambio climático, destruye el planeta y provoca una desforestación. Por ello, las predicciones climáticas catastróficas son bienvenidas. La realidad es tozuda. Cuanto más rico es un país más aumenta su masa forestal. En España ha pasado del 27 al 36 % y en el conjunto del mundo la superficie verde ha caído solo el 1% y ha sido casi exclusivamente en países subdesarrollados.
Los “bobos intelectuales” no quieren reconocer algo tan sencillo como que el comunismo, que es una ideología contra la propiedad y que quitarle a todo el mundo sus propiedades no es bueno nadie. La realidad es que a la gente no le gusta que le quiten lo que es suyo y para hacerlo hay que matarla.
Enrique Gómez Gonzalvo 16/09/2020 Referencia 446