
Para el pasado 8 de marzo, cuando la pandemia del coronavirus estaba siendo letal en China, en Italia y comenzaba a serlo en España donde ya había muertos y cientos de infectados, habían sido convocadas manifestaciones en toda España por motivos políticos.
Esas manifestaciones que se celebraron por segundo año consecutivo en Madrid y en otras muchas ciudades eran muy atípicas. No fueron organizadas por la sociedad civil sino por el Estado (gobierno, partidos políticos, sindicatos y asociaciones diversas regadas con dinero público).
En teoría eran convocadas para defender los derechos de las mujeres que ya estaban garantizados en España, como la igualdad ante la ley y la prohibición de todo tipo de discriminación por razón de sexo (artículo 14 de la Constitución). Lo que reclamaban poco tenía que ver con la mujer y mucho con la extrema izquierda.
Aunque las manifestantes se autodenominaban feministas, a juzgar por las banderas que predominaban, moradas y rojas con la hoz y el martillo, eran más bien manifestaciones comunistas.
Se trataba de airear “la intolerable opresión, violencia y discriminación que estamos padeciendo las mujeres en España por culpa de lasociedad heteropatriarcal y la economía capitalista”.
Se calcula que salieron 1.500.000 personas, que en un ambiente festivo, gritando contra la violencia machista, se besuqueaban y abrazaban. Allí, en primera fila, presidiendo la manifestación estaban Begoña, la esposa del Presidente de Gobierno, Carmen Calvo, la vicepresidenta del Gobierno, Irene Montero la esposa de Pablo Iglesias y ministra de Igualdad, Carolina Daríos, ministra de Política Territorial y muchas más, haciendo el canelo e infectando España. Tambien había algunas de Ciudadanos, a las que las mismas manifestantes les tiraban orinas.
No podía faltar nadie porque “les iba la vida en ello, porque el machismo mata más que el coronavirus, porque la amenaza del coronavirus, aunque ya había llegado a España, era menor que la heteropatriarcal”.
No sabremos nunca las mujeres que se contagiaron, las que murieron y las muertes que se habrían evitado si no se hubieran realizado.
Sánchez no puede decir que él no sabía el peligro, que nadie lo sabía. El ciudadano común no lo sabía, pero él si lo sabía porque hacía dos meses que estaba advertido. El CESID avisó en enero al gobierno actual con los comunistas dentro, que era un virus letal. Lo decía también la OMS. Veía lo que estaba pasando en Italia, un país tan cercano geográficamente, cultural y demográficamente. Y no hizo nada.
Una vez que había sacado a Franco de la fosa, pues tampoco respeta a los muertos, lo primordial era apoyar la manifestación del feminismo que era muy importante para ganar votos y tener satisfecha a la grey y para su proyecto político, que es un proyecto personal de disfrute del poder.
¿Tendrá algo que ver la manifestación y la gestión de la epidemia con el hecho de que España sea el país con más muertos por millón de habitantes, según la OCDE y la Universidad de Cambridge?
Enrique Gómez Gonzalvo 11/09/2020 Referencia 545