La violencia está en el ADN de la extrema izquierda que siempre ha considerado que ese es el camino para derrocar el orden social existente. Para ella los verdaderos terroristas son las fuerzas de seguridad del Estado, a las que había que ejecutar porque son los representantes de la violencia institucionalizada.
No es casualidad que los cinco Presidentes del Gobierno asesinados en poca más de 100 años, lo hayan sido por anarquistas o por organizaciones terroristas y ninguno por la extrema derecha. Negrín fue asesinado a tiros cuando circulaba con su vehículo por Madrid en 1870. Cánovas del Castillo en 1987 mientras se encontraba en el balneario de Santa Águeda. Canalejas, del Partido Liberal en 1912, mirando un escaparate en la Puerta del Sol de Madrid. Eduardo Dato del partido Conservador cuando circulaba con su vehículo por la plaza de la Independencia de Madrid. Finalmente, Carrero Blanco en 1973.
El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, reconoció en un artículo publicado en septiembre 2012 que su padre fue «militante del FRAP», una organización terrorista que asesinó a cinco policías nacionales y un guardia civil entre 1973 y 1975 y se mostró orgulloso de estos antecedentes.
El fundador del FRAP, Álvarez del Vayo se salió del Partido Comunista de Santiago Carrillo porque éste aceptó las reglas de la democracia burguesa. Consideraban que la política de “reconciliación nacional” del PCE, tendente a conseguir un fin pacífico del franquismo, era colaborar con la dictadura. Como Lenin, como ETA y como todos terroristas se arrogaron el derecho a matar a quien les pareciera.
En el año 1975, los integrantes del FRAP asesinaron en atentados terroristas a dos miembros de las fuerzas de Seguridad e hirieron gravemente a otro de sus compañeros.
Pablo Iglesias ha reivindicado en numerosas ocasiones la violencia. En su programa de televisión consideró la guillotina de la Revolución Francesa como madre de la democracia., se entiende de la democracia al estilo de Corea del Norte y Venezuela. Considera que la violencia armada es consustancial a la lucha de clases y al que abjura de este principio lo considera un revisionista o, lo que es peor, un socialdemócrata.
Iglesias catalogaba a Carrillo con desprecio como un «comunista de derechas», como un traidor a la causa porque optaba por vías pacíficas para llegar al comunismo. .En la simpatía de Pablo por el entorno de Otegi o las dictaduras sudamericanas, subyace la idea de que la violencia de extrema izquierda está justificada.
Enrique Gómez Gonzalvo 21-07/2020 Referencia 551