Narciso, personaje mitológico, era un joven muy atractivo y vanidoso que rechazaba a las mujeres que se enamoraban de él. Un día, al verse reflejado en el arroyo se enamoró de su propia imagen y, tan embelesado estaba con esa visión que se sumergió en el agua y se ahogó.
Narcisistas son aquellas personas que hablan y se comportan como si estuvieran enamoradas de si mismos, encantados de haberse conocido, con fantasías de éxito que no son realistas. Se consideran muy atractivos e inteligentes, con escasa empatía quieren ser el centro de atención, esperan que los demás le tengan admiración y exigen de ellos un trato especial.
Dan la impresión que poseen una alta autoestima, pero todo es falso. Un “narciso” no tiene una imagen muy maravillosa de sí mismo, lo que quiere con desesperación es tenerla. Tiene que demostrar todo el tiempo y a todo el mundo que él es una persona muy valiosa. Cree que convenciendo a los demás de su gran valía, se convencerá a si mismo, que es lo que realmente le importa.
Las personas valiosas, las que no necesitan que nadie les haga la tesis doctoral, las que se sienten bien consigo mismo, no precisan la aprobación de los demás ni rodearse de aduladores mediocres para que resalte su escasa valía.
En Pedro Sánchez, el narcisismo se acompaña de soberbia. Siendo España, según el estudio internacional realizado por ICMA en Australia, el país que ha realizado la peor gestión de la pandemia de los 95 países analizados, cuando los mejores fueron Singapur, Islandia, Australia, Finlandia y Noruega, Sánchez, cargado de soberbia y altivez, ha respondido a los que le critican, que él es el salvador de 450.000 españoles, pero no el responsable de la muerte de 45.000 y ha gritado ¡viva la manifestación del 8 de marzo!
Persistiendo en el error, tampoco quiere deshacer el pacto con los comunistas de Podemos. Su incorporación al gobierno ha traído como consecuencia el hundimiento de la economía, pues antes de la llegada de la pandemia, se produjo un aumento de la deuda y del déficit en los famosos viernes sociales, que no eran más que un mecanismo de compra de votos y que dejaron a España sin colchón para afrontar imprevistos, lo contrario de lo que hicieron otros países en Europa a los que ahora mendiga préstamos y ayudas.
Lo contrario de la soberbia es la humildad, que en política se llama autocrítica y dimisión. Lo que Sánchez nunca hará.
Enrique Gómez Gonzalvo. 9/7/2020 Referencia 542