En los diversos tipos de sociedades que han existido en el curso de la historia de la humanidad la religión ha sido la clave en todas las culturas y en todas las civilizaciones conocidas. Es cierto que siempre han existido ateos, pero en otros siglos y culturas el ateísmo ha sido un fenómeno excepcional, reservado casi exclusivamente a algunas élites intelectuales.
Como dice Anselmo Francisco Celli, la Europa actual podría muy bien ser la primera sociedad atea de la historia y ello supondría una experiencia inédita en el devenir de la humanidad. Se trata de un fenómeno exclusivamente europeo, no extensivo al resto del mundo occidental, pues es en Europa donde las tasas de práctica religiosa se encuentran en caída libre alcanzando mínimos históricos mundiales.
La expresión “Europa atea” podría resultar inexacta inexacta puesto se trata más bien de indiferencia religiosa o de hostilidad a la religión, pero a la religión cristiana. Las demás religiones están protegidas por el imperativo de multiculturalidad o por el prestigio de lo exótico, como en el caso del budismo.
El síntoma más revelador de todo esto es la negativa de los redactores de la Constitución Europea a incluir cualquier mención específica del cristianismo en el párrafo dedicado a las raíces espirituales de nuestro continente.
El abandono de los principios cristianos, que junto con la filosofía griega y el derecho romano constituyeron la base de la Civilización Occidental, ha sido sustituido por el relativismo moral.Esta filosofía consiste fundamentalmente en creer que no hay principios universales compartidos por todas las culturas, que todas las opiniones morales o éticas sobre lo bueno o lo malo son igualmente válidas y ninguna de ellas es mejor que otra, que lo correcto o incorrecto depende del juicio de cada uno. Coincidiendo con la teoría del buen salvaje de Juan Jacobo Rousseau, la responsable de todos los delitos es la sociedad, no el individuo, de lo que se derivaría el odio a la sociedad, a la familia, a la religión y al Estado.
Si no hay culturas superiores e inferiores, si cada cultura debe ser valorada en su propio contexto y no puede ser juzgada desde fuera, deberemos aceptar los sacrificios humanos de los aztecas y no tenemos razones para juzgar los genocidios de los nazis, pues esas sociedades no habría sido ni mejores ni peores que las restantes. Acogiéndose al relativismo moral durante los juicios de Núremberg, los defensores de los nazis pedían la absolución porque alegaban que cumplían órdenes según las leyes de su país.
Según Anselmo Celli, al bloque occidental, culpable por toda la eternidad, le está prohibido juzgar o combatir a otros regímenes, otros Estados, otras religiones. Nuestros crímenes pasados nos obligarían a mantener la boca cerrada y nuestro único derecho es el silencio.
Olvidan que Europa ha tenido un papel protagonista en la historia de la humanidad, que nuestras instituciones son más convenientes que las procedentes de otras regiones y que entre las grandes aportaciones originarias de Europa están el derecho, la democracia, la ciencia, la industrialización, la igualdad de género, etc.
Enrique Gómez Gonzalvo 15/06/2020 Referencia 279