El pacifismo es la ideología que defiende la paz como estado ideal entre las naciones. Es la oposición a toda clase de actos violentos o de enfrentamientos armados.
Los autodenominados pacifistas confunden el deseo con la realidad. Más que de pacifismo deberían hablar de rendición. Como dijo Ludwig von Mises, el estado no elige sus enemigos, sus enemigos lo eligen a él y añadió «el pacifismo completo e incondicional equivale a una rendición incondicional ante los tiranos más despiadados».
El “no a la guerra” es la misma estupidez que el no a la energía nuclear, el no al capitalismo, al mercado, a la propiedad privada, a la globalización, a la energía nuclear, a los Esados Unidos, a Israel o el no al cáncer y al SIDA.
Los sabios de la Escuela de Salamanca de nuestro Siglo de Oro consideraron que, dado que la guerra es uno de los peores males que puede sufrir el hombre, solo se puede recurrir a ella para evitar un mal mayor y hablaron de guerra justa e injusta.
Guerra justa es la que cumple uno de los siguientes requisitos:1) La que es en defensa propia, siempre que tenga posibilidades de éxito, porque si de antemano está condenada al fracaso sería un derramamiento inútil de sangre. 2) Guerra preventiva contra un tirano que está a punto de atacar. 3) Guerra de castigo contra un enemigo culpable.
Son injustas las guerras expansionistas, de pillaje, para convertir a infieles o paganos, por la gloria, etc.
Los romanos, con su enorme sabiduría decían “prepárate para la guerra si quieres la paz” y la historia ha demostrado cientos de veces que solo un país poderoso militarmente puede defender sus intereses.
El Imperio Bizantino, que duró mil años y que fue sede de grandes diplomáticos solo consideraba guerras justas las defensivas.
También hay guerras estúpidas, que son las perdidas de antemano como la Guerra de los 30 años (España contra los Países Bajos) o las Cruzadas o la guerra de España contra EE UU en 1898 en la que se produjo la pérdida de Cuba y Filipinas. Al final, aunque se desencadenó no sé por qué cosas del honor, fue un gran negocio para España, pues se repatrió el dinero y de allí vino el moderno sistema bancario español. Luego nos pidieron inmigrantes para “blanquear la isla”, así se dijo textualmente y allí acudieron 350.000 españoles, fundamentalmente asturianos y gallegos, que crearon un emporio económico, pues Cuba era más rica y próspera que España.
Hay guerras inspiradas en buenas ideas, como la Revolución Francesa, pero al triunfar la tesis de los jacobinos, se produjo el primer genocidio moderno en la Vendée y el intento de extirpar el Cristianismo y sustituirlo por una religión civil al servicio del Estado. Terminó en una dictadura militar y tendría que pasar más de un siglo para que se restableciera el régimen republicano liberal.
En otros casos, la propaganda falsifica el motivo de la guerra. Es el caso de la Guerra de Secesión americana. Lincoln no declaró la guerra al Sur en 1861 por la liberación de los esclavos, sino porque se acababa de constituir en Confederación y en la Constitución de 1887 no había poder de decisión unilateral para la secesión, ni para los Estados fundadores ni para los que se asociarían después. Fue muy cruel y duró 5 años.
La Primera Guerra Mundial no se debió al militarismo prusiano. Se desencadenó por motivos imperialistas. Fue una conjura de Inglaterra con Rusia y Francia para conseguir parar la prosperidad alemana y apoderarse del imperio alemán. El Tratado de Versalles fue tan injusto para Alemania que provocó una revancha, que finalmente tomó la forma nazi.
Un ejemplo de guerra justa fue la Segunda Guerra Mundial. Además de justa fue imprescindible y se debió haber empezado antes para evitar el rearme de Hitler. La URRS, con la imprescindible ayuda de los Estados Unidos venció a Alemania, por la voluntad de vencer derivada del sentimiento patriótico y por la férrea dirección estalinista.
En las Guerras de los Balcanes tuvieron que intervenir los EE UU para evitar un genocidio, pues se produjeron matanzas que no se veían desde la Segunda Guerra Mundial.
España, tiene a escasos kilómetros de sus costas dos países potencialmente agresores y nada confiables, Marruecos y Argelia. Sería muy ingenuo y traidor a la patria el gobierno español que descuidara la defensa militar de esas zonas, ante un peligro islámico siempre latente. Solamente cuando Marruecos y Argelia, prescindan de su ejército y sean vecinos “pacifistas”, los pacifistas españoles podrían exigir que se desarmara y desapareciera el ejército español como pretenden los comunistas de Podemos.
Ya tuvimos un ministro de defensa en un gobierno de Rodríguez Zapatero, José Bono, que afirmó «yo prefiero que me maten a matar”. Esto solo lo puede decir un imbécil o un sinvergüenza.
Sobre el ministro de defensa recae la responsabilidad de defender España de sus enemigos exteriores. En caso de guerra no será el ministro el que tenga que elegir entre matar o morir, pero en las guerras se mata y se muere y el ministro ha de conseguir que los que mueran no sean españoles.
Enrique Gómez Gonzalvo. 22/05/2020 Referencia, 250