Tanto los totalitarismos como las dictaduras son gobiernos autocráticos en los que todo el poder se encuentra en manos de una sola persona. En ambos casos el estado es omnipotente y absorbe a la sociedad civil. El lema es “todo para el estado, nada fuera del estado”.
A ambas situaciones se llega, no por falta de elecciones democráticas, como ocurrió con Hitler y Chávez, sino porque una vez alcanzado el poder, el gobierno hace las leyes a su medida.
La diferencia entre dictadura y totalitarismo está en que el dictador quiere todo el poder para él, pero no quiere hacer nada con él, solo conservarlo o acrecentarlo para beneficiarse personalmente, mientras que el líder totalitario quiere el poder para crear una nueva sociedad, siguiendo un plan intelectual.
La dictadura ha sido una forma de gobierno habitual desde la existencia de las primeras civilizaciones, en las que “un señor” ostentaba todos los poderes para administrar los recursos y la vida de sus ciudadanos. Ofrecía protección a cambio de poder. Luis XIV de Francia, fue un déspota absoluto y pudo decir aquello de “el Estado soy yo”, pero no se vio a si mismo como el arquitecto de un nuevo orden social.
El totalitarismo en cambio no apareció hasta el siglo XX. Fue un invento comunista. El primer totalitarismo de la historia lo creó Lenin.
El líder totalitario es el único que conoce la voluntad colectiva, lo que “su pueblo”, “su nación” e inclusive “la humanidad” realmente quieren, lo que les hará felices. Por ello, todos los individuos tienen que prescindir de sus proyectos personales en beneficio de los deseos del líder, que se confunden con la voluntad general.
La izquierda califica a los totalitarismos como extrema derecha. Es falso. En todos totalitarismos aparece el término socialismo. La U.R.S.S. fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética. El partido en el que ingreso Hitler se llamaba Partido Socialista Obrero Alemán. Del Partido Socialista Italiano procedía Mussolini.
La base de ambos sistemas es la anulación de los derechos individuales, dicen, en beneficio de los derechos colectivos. Pero es que los derechos colectivos son entes tan imaginarios como la inteligencia colectiva o la voluntad general: no existen ni han existido jamás. De la misma forma que solo hay pensamientos y sentimientos individuales, tampoco hay derechos de la sociedad, de los pueblos o de los territorios, los derechos son de las personas, nunca colectivos.
Los derechos colectivos son el pretexto para someter al ser humano a la tiranía. Los llamados derechos de los trabajadores son a menudo una excusa para disminuir la libertad de contratación de los individuos y para obligarlos a participar en huelgas mediante la coacción de piquetes «informativos» armados con palos o con algo peor. El «derecho a decidir» de catalanes y vascos es un medio para anular los derechos lingüísticos de los ciudadanos.
Las mayores cuotas de igualdad que las mujeres han conseguido no se deben a que se trate de un colectivo “liberado”, sino a que han conseguido una mayor cuota de libertad individual, la única que existe.
Enrique Gómez Gonzalvo 7/5/2020 Referencia 484