Golpe de Estado es la toma del poder político incumpliendo la ley, normalmente mediante el uso de la violencia. El Estado tiene la obligación de impedirlo y para ello dispone del monopolio de la violencia y la legitimidad para usarla, siempre bajo el imperio de la ley. Para ello, a disposición del gobierno legítimo está la policía, la guardia civil y el ejército. En España la respuesta de los gobiernos legítimos a los golpes de Estado no siempre ha sido la misma.
En 1934, el Partido Socialista que había perdido las elecciones el año anterior, dio un golpe de Estado en Asturias al que se sumó la izquierda catalana, declarando la independencia de Cataluña. El Jefe de Gobierno, Alejandro Lerroux, reaccionó proclamando el estado de guerra en toda España. El General Franco fue el encargado de sofocar el golpe en Asturias y el General Betet fue enviado a Barcelona y solucionó la sublevación con dos disparos al aire, pues los rebeldes huyeron por las alcantarillas.
En 1981, el 23 de febrero, un teniente coronel de la Guardia Civil entró violentamente con un grupo de guardias civiles en el Congreso de los Diputados y un general sacó los tanques a la calle en Valencia. Nadie pretendía la destrucción de España, ni siquiera el régimen político del 78. Querían cambiar el gobierno para que modificara la política en dos asuntos fundamentales. Uno de ellos era la política antiterrorista, pues ETA mataba a más de 100 personas al año, sobre todo militares, policías y guardias civiles. El otro consistía en rectificar el sistema de las autonomías, pues ya entonces se había demostrado que eran una fuente de corrupción y de falta de solidaridad entre las diversas regiones de España.
Los golpistas pretendían formar un gobierno de concentración nacional en el que el General Armada sería presidente, Felipe González vicepresidente y habría dos ministros comunistas: Ramón Tamames y Solé Tora. El intento fracasó. El rey salió en TV, los tanques se retiraron y el teniente coronel Tejero se rindió a la Guardia Civil. Los responsables fueron juzgados y condenados. Milán de Bosch y Tejero a 30 años de cárcel y a 6 Alfonso Armada que era el jefe real de la conspiración, pero el gobierno recurrió la sentencia ante el Tribuna Supremo y le cayeron 20 años.
Ninguna cadena de televisión, ningún periódico defendió a los golpistas, salvo el diario El Alcázar, que fue cerrado. Nadie fue a visitar a la cárcel, ni a Armada, ni a Milán de Bosch ni a Tejero.
El 10 de octubre de 1918 la Generalidad de Cataluña proclamó ilegalmente la República Catalana. En lugar de neutralizar a los rebeldes, Pedro Sánchez pactó ilegalmente con los golpistas para llegar a la Presidencia del Gobierno. En la sesión de investidura ni un solo diputado socialista se opuso a ese pacto, que ya se está cumpliendo, en lugar de la aplicación de la ley. Ni la Unión Europea ni ningún país democrático lo comprenderán.
Enrique Gómez Gonzalvo Terminado 27/02/2020 Referencia 503