Santiago Abascal dice que el PSOE es un partido con una historia criminal y no le falta razón.
El comienzo del fundador del PSOE y de la UGT, Pablo Iglesias, trabajador manual que despreciaba a los intelectuales, en su primer discurso cuando llegó al Congreso en 1910, siendo Canalejas Presidente del Consejo de Ministros, no auguraba nada bueno. Anunció que su partido lucharía en la legalidad mientras pudiera y saldría de ella cuando le conviniera y añadió que “para evitar que Maura alcance el poder, puede llegarse hasta el atentado personal”.
Tras perder las elecciones en 1933, en el 34, el partido socialista dio un golpe de Estado contra la República. Se inició en Asturias con 30.000 hombres armados, cifra muy superior a la que dispusieron los soviéticos para la toma del Palacio de Invierno. Alejandro Lerroux, Presidente del Gobierno, declaró el estado de guerra en todo el territorio nacional. Y al que ordenó que salvara la República, coordinando la respuesta a la sublevación desde Madrid, fue al general Franco.
En Cataluña, donde Esquerra Republicana había aprovechado la situación para declarar la independencia, fue el General Betet el que solucionó la sublevación. Los responsables, huyeron por las alcantarillas y se refugiaron en Italia buscando la protección de los fascistas de Mussolini.
El 20 de enero de 1936 Largo Caballero anunció: “la clase obrera, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, debe adueñarse del poder político, y como el que tiene el poder no lo entregará voluntariamente, hay que ir a la revolución” Y así fue. Nos condujeron a la guerra civil que esperaban ganar. Hay un mensaje de Indalecio Prieto que dice: tenemos todo y los rebeldes no tienen nada. Tenemos las ciudades, tenemos el oro del Banco de España, tenemos todas las zonas industriales, tenemos las armas.
Para provocar a los militares enviaron a los guardaespaldas de Indalecio Prieto a asesinar al líder parlamentario de la derecha, Calvo Sotelo y no mataron a Gil Robles, el otro líder parlamentario, porque aquella noche no durmió en su domicilio. Es como si Pedro Sánchez mandara asesinar a Pablo Casado y después fueran al domicilio de Santiago Abascal. Entonces, solo entonces, Franco se sumó al Alzamiento.
La tónica durante la guerra civil fue el asesinato de religiosos, curas, frailes, monjas obispos y simples ciudadanos por ir a misa, como ya habían ensayado en Asturias. En la toma de Teruel, por ejemplo, se llevaron preso al obispo, el padre Polanco, y cuando perdida la guerra cruzaron los Pirineos, lo asesinaron en la cuneta. Esta es la historia de la Guerra Civil, que afortunadamente perdió el Frente Popular.
En época más reciente, lo más grave que ha hecho el PSOE no han sido los ERES de Andalucía, ni renegar de la reconciliación de los españoles que éste ha sido el espíritu de la transición, sino que en Cataluña, en la Comunidad Valenciana, en las Islas Baleares, en Navarra y en el País Vasco se ha pasado al separatismo, dándole el poder a los nacionalistas. A los partidos que quieren mantener la unidad de España, les llama, anacrónicos, reaccionaros y los ridiculiza y los que quieren romperla son democráticos y progresistas.
No hay un socialismo moderado, inteligente, sensato, patriótico, respetuoso con la Constitución porque la historia dice lo contrario. Hasta la guerra civil sí existió un sector, el de Julián Besteiro, que quería evitar la guerra, pero ese socialismo desapareció y triunfó el de Indalecio Prieto, Largo Caballero y Negrín, que es el que continua en la actualidad con Zapatero y Pedro Sánchez, tras el intervalo de Felipe González
Enrique Gómez Gonzalvo 30/01/2020 Referencia 497