ESPAÑA EN EL SIGLO XIX

                                                        

Canovas

                                         

La segunda mitad del siglo XVIII fue un momento de relativo  esplendor. Es la época de Carlos III, del rococó, de los ilustrados, del museo del Prado y de la colonización de Sierra Morena.

En el siglo XIX, España, con todos los defectos caciquiles propios de la época –y de todas las épocas y de todos los países hasta hoy- era  una  monarquía constitucional,  una de las fórmulas políticas más civilizadas de Europa. Estaba por detrás de Francia, Inglaterra y Alemania, las grandes potencias de entonces, pero por delante de muchas otras que además no habían tenido  que recuperarse de la guerra contra Napoleón y de las tres guerras civiles de liberales y carlistas.

Es el siglo del triunfo del liberalismo sobre el absolutismo con el golpe del general Riego en 1820 en Cabezas de San Juan, cuando las tropas que iban a América a sofocar una rebelión  obligaron a Fernando VII a jurar la Constitución y que nos trajo el trienio liberal. Es también el siglo en que, otra vez los franceses, pensando entonces que  la España liberal era un peligro para Europa, nos enviaron los 100.000 Hijos de San Luis para restaurar el absolutismo.

Es el siglo de la desamortización de los bienes de la Iglesia que en Europa tuvo lugar   con la Reforma Protestante. Los efectos no fueron los que se esperaban porque  produjo la concentración de la propiedad, la Iglesia no recibió ninguna compensación, se perdieron gran cantidad  de obras de arte y se identificó el liberalismo con el anticlericalismo, que sería una de las causas del fracaso de la Segunda República.

También fue el siglo de la Revolución del 68 con los generales Prim  y Serrano que obligaron a exiliarse a Isabel II y que nos trajo la tristemente célebre  Primera República.

Es el siglo de  las Guerras Carlistas. El carlismo, con su componente romántico representaba   el absolutismo frente  al liberalismo moderado de la Regente. Más extendido en el campo que en la ciudad (en el País Vasco solamente Bilbao era  liberal) querían  un gobierno teocrático, clerical, que no admitía la desamortización.

Para terminar, con el carlismo surgió el foralismo que básicamente consistía en no pagar impuestos y, a finales de siglo, surgió como una herejía del mismo el nacionalismo, que después se bifurcaría en  dos ramas, el conservador que representaba el PNV y el terrorista de ETA.

Por fin, casi a   finales de siglo, en 1874, se produjo  la Restauración canovista que nos trajo un régimen relativamente liberal con cierta estabilidad parlamentaria.

España,  a partir de entonces, aun  con los conflictos sociales propios de su tiempo, fue prosperando y siempre con gobiernos constitucionales. A pesar de los pucherazos de los gobierno turnantes, la democracia se  fue abriendo paso, cada vez con mayor autenticidad,  siendo  los políticos liberales los que supieron crear las bases esenciales para terminar con el Antiguo Régimen y, al mismo tiempo,  construir el estado de derecho.

Más tarde vendría el socialismo y el comunismo, pero esto ya sería en el siglo XX

Enrique Gómez Gonzalvo.  18/01/2020. Referencia 212

 

 

 


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