Jesús Agustín Hernández, violador reincidente, en agosto del 2004 le dijo al juez: «pido que se me castre, porque mi deseo es ser persona». Para los psiquiatras, las diferencias entre enfermo y delincuente en numerosas ocasiones son difusas y difíciles de establecer.
Pensamos que somos seres racionales, que el yo consciente controla nuestro comportamiento. Tenemos la impresión subjetiva de libertad, de libre albedrío como se decía en la Edad Media y que podríamos hacer algo distinto de lo que estamos haciendo, pero las cosas no son tan sencillas. Es verdad que cuando realizamos algo, lo decide la mente, pero no sabemos por qué lo decidimos y si lo ordena la parte consciente de nuestro cerebro o la inconsciente.
Las decisiones importantes para nuestra supervivencia, como nuestro cerebro no se fía de su parte consciente, suelen proceder de la parte inconsciente, que es más rápida y segura. Esto ocurre con los instintos básicos, como huir o atacar, que estaban ya en el cerebro reptiliano, pues lo primero es huir, salvar la vida. Como dice el dicho aragonés “come, come, que el que come, escapa.”
Las emociones influyen enormemente en nuestros actos. Sobre todo las emociones básicas (fundamentalmente la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, la sorpresa), que son las que están presentes en otras especies, lo que quiere decir que surgieron pronto en el curso del desarrollo evolutivo y dependen básicamente de nuestro acervo genético . En cambio, las emociones secundarias (como la culpa, la vergüenza, el orgullo), son más tardías porque son de origen cultural.
Cuando las decisiones que hemos tomado están basadas en las emociones, las racionalizamos, les buscamos una explicación racional.
Tampoco podemos controlar lo que recordamos y lo que olvidamos, la memoria, que tanto influye en nuestra conducta,
Lo mismo que ocurre en nuestra conducta individual tiene lugar en los conflictos internacionales. De ahí que el conflicto palestino israelí no se solucionará racionalmente porque está instalado en el cerebro emocional. Esto mismo pasa en muchas facetas de la vida. Por ejemplo, decidimos con quien queremos vivir, pero no de quien nos enamoramos.
En las elecciones poca gente vota ideológicamente o racionalmente. En la enseñanza, la empatía y la conexión humana son insustituibles, por ello la educación a distancia no puede sustituir el contacto personal. Por la misma razón, el contacto médico paciente nunca se podrá sustituir por una máquina. También en el aprendizaje es necesario que algo nos motive, que haya un factor emocional.
Además, el cerebro nos engaña. Un griego del siglo IV a d C coetáneo de Aristóteles, Aristarco de Samos, había planteada la teoría heliocéntrica, que el sol era el centro del universo y la Tierra se mueve alrededor del sol. A pesar de que esta teoría la confirmó Copérnico el siglo XVI, seguimos diciendo que el sol sale por el este y se pone por el oeste.
Enrique Gómez Gonzalvo 1/12/2019 Referencia 302