En Atapuerca hay restos de homo Antecesor, homo de Heidelberg y homo de Neanderthal. Los estudios arqueológicos nos demuestran que la carne humana fue consumida allí en alta proporción a pesar que en aquellos tiempos había mucha comida, por lo que la antropofagia tenía más que ver con las peleas entre clanes que con la escasez de alimentos. Esto quiere decir que el ser humano siempre ha sido violento y esta violencia no ha disminuido porque ha sido útil en la evolución: el clan violento es el que ha sobrevivido, mientras el blando ha fallecido.
Para corroborar esta afirmación basta pasear por las inmediaciones de un centro educativo y comprobar que pocas cosas hay más crueles que el patio de un colegio. Burlas despiadadas, intimidaciones, violencia verbal y hasta marginación social (el bullyving)
Ya en época moderna, las guerras entre clanes, tribus o naciones en los siglos XVI y XVII se produjeron por motivos familiares o religiosos. Fueron las guerras de la Casa de Austria o las guerras entre católicos y hugonotes en Francia. Eran conflictos limitados ya que el pueblo no se mezclaba en las disputas de reyes y príncipes, que disponían de ejércitos profesionales.
En el siglo XVIII surgen las guerras ideológicas, en las que en lugar de matar por convicciones religiosas se hará por motivos ideológicos.
Con la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas se iniciarán los procesos revolucionarios de destrucción total y la implantación del terror, que aumentará con Lenin y con las revoluciones comunistas.
Los socialistas y comunistas matarán a los ricos, los nazis a los judíos y los nacionalistas al extraño, al que es diferente.
En las guerras nacionalistas, el factor religioso será secundario, pero los contendientes encontrarán en la religión su factor de identidad nacional. Eso ocurrió en las guerras de Yugoslavia. Allí, se produjeron 300.000 muertos, aprovechando que desde la invasión otomana, además de católicos y ortodoxos había poblaciones musulmanas importantes en Bosnia, Kosovo, Macedonia y sobre todo en Albania.
La actual guerra larvada entre Europa Occidental y el islam no es una guerra de religión, es una Guerra de Civilizaciones. La utopía del islamismo es la creación de una comunidad islámica universal regida por un califa o “mensajero de Alá”, pero hay una incompatibilidad con el carácter laico y hedonista del mundo occidental.
Actualmente ya nos hemos olvidado que la historia de nuestro continente ha sido una sucesión de guerras interminables. La paz europea que venimos disfrutando desde hace ya casi tres cuartos de siglo se da por supuesta, como si fuera algo natural. Para eso, para evitar que franceses y alemanes se mataran, se puso en marcha la Unión Europea y después la Unión Monetaria con tan buenos resultados.
Hoy, el nacionalismo está rebrotando con fuerza por doquier y esto es una mala noticia.
Enrique Gómez Gonzalvo 06/10/2017 Referencia 290