En febrero de 2011 un grupo de jóvenes de la ideología de Podemos, es decir, comunistas, que se denominaban a si mismos “Juventud sin futuro”, entraron en política y a fe que han mejorado su futuro. Decían que estaban en una situación precaria, a pesar de estar suficientemente preparados. Que estaban en paro o ganaban muy poco dinero en su trabajo. Que todo era debido, no a su escasa valía sino a la existencia de una élite política y económica que vivía como Dios.
Ahora, habiendo cumplido su objetivo, Juventud sin futuro, se ha disuelto como organización política. Siguiendo el ejemplo de su jefe, Pablo Iglesias, con el apoyo de sus correligionarios, varios de ellos han conseguido unos “escañitos” o se han colocado como “asesores” de sus amigos. Pero, eso si, todos están cobrando de los impuestos que pagan los que trabajan.
¿Saben quiénes integraban aquella asociación? Ni más ni menos que Pablo Padilla y Rita Maestre, dos auténticos expertos en vender un discurso victimista, pero al mismo tiempo ávidos en colocarse en puestos de relevancia.
Algunos ya “apuntaba maneras” antes de entrar en la asociación. Como Espinar con el piso subvencionado que le ofreció su padre y que vendió sin haberlo ocupado nunca, consiguiendo una abultada plusvalía. O como Errejón, que robó varios miles de euros a los contribuyentes mediante la beca black de la universidad de Málaga y que ha compaginado su puesto de diputado en la Asamblea de Madrid con el de senador. O como Tania, la antigua novia de Pablo Iglesias, que puso a sus hermanos en Rivas Vaciamadrid para que se hicieran millonarios.
También estaban Segundo González, Eduardo Fernández Rubiño, Miguel Ardanuy, Pablo Padilla, todos ellos diputados autonómicos madrileños. Y… muchos más.
A pesar de haber dejado de formar parte de la “famélica legión” no hay constancia que ninguno se haya arrepentido o que haya renunciado a su condición de comunistas o, al menos, al genocidio bolivariano. Todos atacan la monarquía constitucional, impugnan la transición a la democracia y predican el derecho de autodeterminación, cosas jamás vistas en Europa.
Siguen el ejemplo de su jefe, Pablo Iglesias, al que en las redes sociales le llaman Marqués de Galapagar, que tampoco ha renunciado al comunismo ni a su programa totalitario. Solo hace unos meses decía desde su mansión que los medios de comunicación privados eran enemigos de la libertad de expresión. La libertad de expresión, para él, como para Lenin, es la libertad del pueblo y el pueblo es él.
Y pasan cosas tan sorprendentes, como el hecho de ser ovacionados por el colectivo gais, en las fiestas de Orgullo Gais, a la vez que apoyan un régimen islamista que ahorca a homosexuales. Tampoco han abjurado del Che Guevara, que creó campos de concentración para homosexuales en los que se podía leer la inscripción: “el trabajo os hará hombres”.
¿Cree en algo esa “juventud sin futuro”? Creen en lo que les da el poder. Creen según convenga.
Enrique Gómez Gonzalvo 16/09/2019 Referencia 465