La desigualdad en el mundo es inmensa y además ha aumentado en los últimos tiempos. Actualmente la renta media de los habitantes del planeta es de 6.000 dólares al año, pero el país más rico disfruta de unos ingresos de 29.000 dólares por persona y los habitantes del más pobre viven con 500 dólares.
En cambio, si consideramos el mundo como una aldea global, la pobreza no solo no ha aumentado sino que ha disminuido intensamente y el número de personas en el mundo que no cubre las necesidades básicas es mucho menor.
Puesto que es imposible eliminar las desigualdades naturales como la inteligencia, el talento musical o la belleza física, toda la teoría socialista se centra en la eliminación de la desigualdad económica.
Manos Unidas, una importante ONG católica que promueve el desarrollo en el Tercer Mundo, en un cartel publicitario mostraba a una mujer sosteniendo una balanza equilibrada y el texto decía: “No hay justicia sin igualdad”. Todo sugería que no se trataba de la única igualdad realmente compatible con la justicia y la libertad que es la igualdad liberal. No se refería a la igualdad ante la ley, ante la que si debemos ser todos iguales, los poderosos y los débiles, los ricos y los mendigos. Se refería, obviamente, a la igualdad económica.
La desigualdad puede deberse a que los de arriba tienen mucho o los de abajo poco. Casi siempre, el foco se pone en los primeros, en los poseedores de grandes fortunas o en esos ejecutivos con sueldos millonarios.
La desigualdad no es importante. Esta afirmación escandalizará a los progres. Corea del Norte quizá sea más igualitaria que Corea del Sur, pero casi nadie preferiría vivir en Pyongyang antes que en Seúl.
Lo importante no es la desigualdad, sino la pobreza. Lo importante no es que no haya ricos, sino que no haya pobres.
Esto que parece tan sencillo es muy importante, pues los errores intelectuales, llevan a políticas equivocadas.
Gran parte de la población cree que la pobreza de muchos se debe a la riqueza de otros y que la existencia de naciones pobres se debe a que han sido esquilmadas por las poderosas.
La igualdad conseguida quitando el dinero a los ricos y repartiéndolo entre toda la población es un robo y además se hizo una vez en la antigua Unión Soviética y no dió resultado.
Si la riqueza mundial es una tarta, no se trata de repartirla entre toda la población a partes iguales, sino en hacerla más grande hasta el infinito.
La desigualdad entre las diversas regiones del planeta no se debe a la explotación económica que los países ricos ejercen o han ejercido sobre los pobres. No hay países ricos ni países pobres sino países capaces o incapaces de crear riqueza.
La situación de las antiguas colonias ha empeorado desde que dejaron de ser explotadas por las llamadas potencias imperialistas. Por ejemplo la colonia que más tiempo fue “explotada” por España fué Cuba y siendo colonia llegó a tener una renta per cápita muy superior a la de la metrópoli.
A medida que aumenta el desarrollo, en un país, disminuye la desigualdad.
¿Convencidos los progres? Me temo que no, pero las cifras son tozudas. Gracias al capitalismo el mundo es más rico y menos desigual. En 1960 EE UU era 10 veces más rico que Asia y hoy no pasa de 5. La pobreza en China ha disminuido del 84 al 10 %.
Enrique Gómez Gonzalvo, 20/018/2019 Referencia 156