PEDERASTIA Y NACIONALISMO CATALÁN

PederastiaLa pederastia, al contrario de la pedofilia, no es una enfermedad. Pedofilia etimológicamente significa amor a los niños. Es un trastorno psiquiátrico, casi exclusivo de los varones, que entra en el grupo de las parafilias antes llamadas perversiones sexuales, como el exhibicionismo.

La pederastia es el abuso sexual de menores y casi todos pederastas  son homosexuales. No es enfermedad, es un delito. Su peligrosidad radica en su reincidencia y en que la reinserción es prácticamente imposible. El tratamiento médico no ha dado resultado. Parece ser que solo la castración, al anular el deseo sexual, podría evitar la recidiva, pero  como se trata de un tratamiento médico, no punitivo, requiere el consentimiento del pederasta.

En Cataluña se han dado cuatro  grandes casos de abusos sexuales. El primero fue el de los Maristas de Barcelona. Comenzó en los años 90  y hasta la fecha han aparecido 3 víctimas  y 12 acusados.  Los que se han destapado más recientemente son los  de los escolanets de Vilobí d’Onyar (Gerona) y los  de Constantí (Tarragona). En ambas poblaciones se produjeron  abusos sobre niños durante más de 30 años.

Pero el caso más importante y el más simbólico por lo que representa  para Cataluña  es el de la basílica cisterciense de Montserrat. Así ha terminado Cristo y Cataluña, el grupo nacionalista catalán  fundado por Pujol en  Montserrat: protegiendo a los pederastas del monasterio.

La existencia en dicha basílica  de un colectivo homosexual importante, que también se denominó frente gay, se remonta a los años 70 del siglo pasado. Este grupo de presión parece ser que fue determinante para lograr la destitución de dos abades.

No sabemos la relación de Montserrat con  la Mafia Lavanda, esa escoria que manda mucho en el Vaticano y es la  que ha puesto al papa Bergoglio en la silla de San Pedro.

Hasta la fecha, 9 personas han denunciado haber sido víctimas de abusos sexuales en la abadía de Montserrat, pero es probable  que haya muchos más supervivientes  que, por vergüenza, culpa o miedo, no han revelado los abusos de que fueron objetos.  El principal acusado es el monje  Andreu Soler.

En  general, la forma de combatir la iglesia la pederastia ha sido tapándola, minimizándola, ignorándola y negándola.

La particularidad de  Montserrat es que  la ocultación de la homosexualidad y la pederastia se mezclaron con el nacionalismo catalán. Cuando salió la primera denuncia hace 30 años, todos los líderes catalanes, entre ellos  Jordi Pujol y el socialista Joan Raventós, salieron en tromba  a tapar esas denuncias, diciendo que  se había deshonrado a los monjes para desacreditar el catalanismo. Fueron los mismos que apoyaron a Banca Catalana y lo harían con  el 3 %.

El arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, refiriéndose  a unos  abusos  que se produjeron en su diócesis, disculpó  a los implicados afirmando  que «hay personas que tienen un mal momento en la vida» y que «después, probablemente, se arrepentirán». Que  «sus faltas no son tan graves como para decir que deben ser secularizados».  No pensará lo mismo el padre del niño que lo que desearía será estrangular al canalla del cura y al obispo que lo protegió.

Dos días después de estas declaraciones renunció a su cargo, pero no por vergüenza, sino porque cumplía 75 años, edad máxima para su puesto.

Por eso, por esa casi impunidad,  los  abusos sexuales se seguirán produciendo en Cataluña.

Enrique Gómez Gonzalvo  24/05/2019 Referencia 428


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