LA FALSIFICACIÓN DE LA HISTORIA

Tiene razón Jean Francois  Revel cuando encabeza su libro “El conocimiento inútil” con el subtítulo   “la primera de las grandes fuerzas que mueven el mundo es la mentira”.

 No acierta Marx cuando afirma  que lo más importante para comprender  la historia de la humanidad  es la economía plasmada en la lucha de clases porque solamente una de ellas se ha apropiado  de la riqueza.

¿Alguien piensa que las guerras napoleónicas del siglo XIX  que asolaron Europa o las dos guerras mundiales del siglo XX se produjeron por motivos económicos? ¿Qué los  campesinos romanos y cartagineses lucharon para repartirse las riquezas de África y de Italia?

  Las causas fueron diversas, pero en general fue  la ambición de poder de un solo hombre, como Napoleón o Hitler, o de una familia,  como las guerras de la Casa de Austria o de la Casa de Borbón en Francia y Alemania.

Si la economía moviera el mundo, el  comunismo sería un recuerdo histórico,  el liberalismo se habría extendido por todos los rincones de la tierra y el Islam sería un aliado de Occidente. Pero puede más la estupidez humana.

La mentira la utilizan los políticos para alcanzar el poder y, una vez instalados, para mantenerse en él. Lo ha dicho Lenin: “la mentira es un arma revolucionaria” y Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer  Reich: “Una mentira repetida 1.000 veces se convierte en verdad”

En España la historia se falsifica por motivos ideológicos y porque  una parte de  la izquierda se avergüenza de nuestro pasado. Llegan hasta una idea tan peregrina como identificar a España  o lo que ellos llaman “nacionalismo  español” con la derecha y ésta con Franco, hasta el punto que Pablo Iglesias  dice que “él no puede pronunciar la palabra España desde que perdieron la Guerra Civil.”

 Nada de lo que ha hecho España a lo largo de su historia  es meritorio para esa izquierda. Y sin embargo España es una nación cuya civilización empieza  hace tres mil años, que hace dos mil estaba romanizada y cristianizada casi por completo, que era reino cristiano independiente hace mil quinientos. Fue el primer estado nacional europeo hace cinco siglos, el tercer país en proclamar una constitución, con el añadido heroico de hacerlo en Cádiz, cercado por el ejército napoleónico, el más poderoso del mundo, al que derrotó tras seis años de cruenta guerra. Y actualmente  disponemos de un régimen constitucional y democrático. Esta es la verdad, que la izquierda, movida por el rencor,  el resentimiento y el odio, es incapaz de reconocer.

 Si la historia del franquismo y de los primeros años de la Transición que enseñan en los colegios a nuestros hijos no es la historia que hemos vivido,  ¿se parecerá en algo a la realidad la historia   de la Guerra civil, de la Segunda República, de la Revolución rusa, de la Revolución francesa, de la Revolución industrial, la Historia de Cataluña,   la Historia de la Iglesia, de la Reconquista, etc. ?

Enrique Gómez Gonzalvo,  Publicado 21/03/2019. Referencia 128.

 

 

 

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