Tanto en Cataluña como en el resto de España hay una intensa movilización social en torno al nacionalismo español, contra las autonomías, contra los golpistas y contra los que apoyan a los golpistas o no los combaten debidamente, como es el caso de Podemos, el Partido Socialista y el Partido Popular hasta la llegada de Pablo Casado.
Todo viene de aquella manifestación contra la sentencia del Tribuna Constitucional del 10 de julio de 2010 el en la que se reivindicó la independencia de Cataluña y fue apoyada por todos partidos, excluyendo el Partido Popular y Ciudadanos, pero incluyendo al Partido Socialista. El que encabezó la manifestación no fue Pujol, no fue Iceta, no fue Rufián. Fue Montilla, el Presidente Socialista de la Generalidad, el charnego agradecido. Por eso el Partido Socialista no combate el golpe de Estado y el proceso separatista sigue adelante.
Pedro Sánchez, el que falsificó el título de doctor, ha ofrecido nuevo estatuto a Cataluña, que no se sabe si de independencia o de autogobierno. Propone la reforma del Estatuto para dar a la región más autogobierno. Es separatista pero no del todo, quiere un referéndum pero que no parezca separatista, pero que sea separatista. Es el freno y marcha atrás, pero para adelante, es el movimiento, pero un movimiento inmóvil. Su proyecto para España es seguir como sea en el poder. Le daría igual hacer otras políticas. No tienen ni criterio, ni vergüenza ni dignidad, son Begoña y él, él y Begoña.
La explosión de este hartazgo popular tuvo lugar cuando la ciudadanía tuvo la certeza de que la secesión no era un escenario imposible ante el golpe de Estado que se ha producido y la escasa respuesta del gobierno de la nación.
La reacción ante esta situación fue la manifestación que tuvo lugar el 10 de Enero del pasado año en Barcelona y en varias capitales españoles, 5 días después de que el rey saliera en TV diciendo que hasta aquí habíamos llegado.
Cuando en un país salen más de un millón de personas con banderas españoles y clamando ¡soy español, español, español! algo grave le está sucediendo a la Nación. Demuestra que la mayoría de la ciudadanía, la llamada España de los balcones, está en contra del separatismo y de los que los apoyan. Concentraciones semejantes no se había visto desde el asesinato de Miguel Ángel Blanco.
Los catalanes no independentistas están asustados porque el propio Presidente de la Generalidad les ha dicho que el español, que es la lengua que hablan más de la mitad de los catalanes, es la lengua de las bestias y que tienen un bache en su ADN. Entonces vieron claro que podrían llegar a sentirse extranjeros en su propia tierra.
La ciudadanía del resto de España se ha dado cuenta que con este gobierno amigo de los nacionalistas catalanes, estos pueden conseguir que les “arreglen” la Constitución, un referéndum para la independencia, el indulto a todos presos y que se pueden levantar un día con España rota y una dictadura en lo quede de ella.
Esta preocupación por nuestro futuro como nación es lo que ha expulsado a los socialistas del Gobierno de Andalucía. Tras casi 40 de gobiernos socialistas, habiendo perdido el PSOE 400.000 votos y 300.000 los comunistas de Podemos, se ha dado paso a la derecha patriótica y a los partidos que defienden la nación y la Constitución, en contra de lo que era la tradición del voto andaluz. La razón es que a los andaluces, que son españoles, les gusta España y no quieren que España se rompa.
De Santiago Abascal, líder de VOX, ha dicho Aznar, aunque ahora no es de mi partido,“cuando fue presidente de Nuevas Generaciones del PP en el País Vasco, dio la cara contra el terror, por lo que nunca hablaré mal de él”.
Ha hecho la carrera, se ha casado y ha tenido su primer hijo con escolta. De él podemos estar seguros que defenderá la democracia y la nación.
Enrique Gómez Gonzalvo 28/01/2018 Referencia 396