El malvado ideológico es aquél que puede hacer daño sin ningún freno moral porque sus creencias y valores, suponiendo que los tenga, le autorizan a ello.
Hitler no era un loco, era un malvado ideológico convencido que debía exterminar a los judíos, a los gitanos, a los testigos de Jehová y a los homosexuales porque eran seres dañinos para la especie.
Lo mismo ocurrió con Lenin, Stalin o Mao. Para ellos, el asesinato en masa de los “enemigos de clase” no constituía un crimen sino una necesaria obra de limpieza revolucionaria que se ajustaba al catecismo marxista y a la dictadura del proletariado.
En los últimos meses han aparecido demasiados casos de odio ideológico protagonizados por independentistas catalanes o por sus amigos de extrema izquierda. Un tal Toni Alba, que decía ser humorista, calificó a Inés Arrimadas de “mala puta”. Rosa María Miras, nacida en Badalona hace 42 años, ha sido condenada a 4 meses de cárcel por desear en Facebook que a Inés Arrimadas “la violaran en grupo.”
El 14 de Diciembre del año pasado, un español nacido en Tarrasa que estaba en Zaragoza, fue asesinado en el centro de la ciudad porque llevaba unas tirantes con los colores de la bandera española.
El asesino, comunista e hijo de comunistas, nacido en Chile pero de nacionalidad española, cuando residía en Barcelona como okupa y como tal protegido de la alcaldesa podemita de Barcelona, fue condenado a 7 años de cárcel porque atacó a un guardia municipal de 34 años , padre de 4 hijos, dejándolo tetrapléjico.
Posteriormente, residiendo en Zaragoza, también como okupa y esta vez protegido por el alcalde de Zaragoza, el podemita Santisteban, el de la gomina, el 12 de diciembre del año pasado asesinó a Víctor Laínez. No fue una reyerta política entre un falangista y un extra sistema como dijo la prensa nacionalista. Lo mató porque llevaba la bandera española.
Hace 4 años, Pablo Iglesias, cuando ya no era tan joven, animó a sus secuaces a salir “de cacería” y “aplicar la justicia proletaria” a los “fachas”. “Yo creo que los fachas no faltan en este país y cuando acabemos la charla, en lugar de mariconadas, nos vamos de cacería a Segovia a aplicar la justicia proletaria que es lo que se merecen unos cuantos”.
Nadie del PP o de Ciudadanos ha agredido a nadie por llevar una camiseta del Futbol Club Barcelona. Nadie ha llamado a Ana Colau la “mala puta” como los separatistas han hecho con Inés Arrimada. El odio está en Podemos y en los separatistas.
Hay que castigar con toda la severidad que permita la ley a los que cometen delitos por odio ideológico. Lo contrario sería la selva.
Enrique Gómez Gonzalvo, 11/02/2017 Referencia 287