
Existe un anticlericalismo que critica al clero y a la Iglesia, entendida no como conjunto de creyentes sino como institución, basado en la repulsa por los abusos cometidos por muchos clérigos o por sus contradicciones, pero hechas desde el amor y el respeto a esa Iglesia con 2.000 años de historia. El deseo es perfeccionarla, evitando toda clase de errores. Hay otro anticlericalismo cargado de odio, dirigido a la Iglesia Católica y no a las demás religiones.
El anticlericalismo en España comenzó más tarde que en Europa. Los ilustrados españoles no cuestionaron el papel de la Iglesia católica, cuando tantas conductas públicas estaban determinadas por los preceptos de la Iglesia. Nuestro rey ilustrado Carlos III asistía a misa diariamente y rezaba el rosario.
El anticlericalismo se inició a finales del XIX cuando una parte importante del clero se puso de parte del antiguo régimen y más tarde de los carlistas, pero la verdadera persecución comenzó desde el mismo momento de la proclamación de la Segunda república, que se inauguró con la quema de más de 100 conventos e iglesias por parte de comunistas, socialistas e incluso de muchos republicanos.
“Todos los conventos de Madrid –dijo entonces Azaña en una de sus frases más estúpidas y siniestras-no vale la vida de un republicano”. Sr Azaña: no se trataba de matar a ningún republicano, solo de mandar a la Guardia Civil para impedir los incendios de las iglesias.
Durante la Guerra se asesinaron a miles de personas simplemente por ir a misa, además de 8.000 sacerdotes y algunos obispos.
Esta política, no laicista sino anticatólica, volvió, aunque sin matar a nadie, con los gobiernos de Zapatero y de Sánchez. El objetivo de la izquierda es la secularización del Estado y en una segunda fase de la sociedad, incluso en el ámbito privado.
Aunque el laicismo avance, las iglesias estén casi vacías desde los años 70-80 y el laicismo se haya casi generalizado, las ideas del Cristianismo, de la moral, del bien y del mal, del libre albedrío, de la caridad, de la solidaridad y del amor al prójimo, han calado muy profundamente en la sociedad occidental, que sobrevivirán. Se debe a que la labor de la Iglesia católica, a lo largo de la historia, en la asistencia a los desfavorecidos, enfermos y desamparados ha sido inmensa.
Enrique Gómez Gonzalvo 06/02/2018. Referencia 174