
El 2 de Enero de hace 526 años fue un día de gloria para todos españoles porque se produjo la toma de Granada. Así se recuperó la España que había sido invadida a sangre y fuego por el Islam, como les ocurrió a todos los países cristianos que encontraron los árabes desde la península arábiga hasta Poitiers, donde finalmente fueron detenidos por los francos.
España era un país romano y cristiano cuando llegaron los musulmanes en el año 711 por la traición del sector de Wamba al rey Rodrigo. Tras dos años de conquista impusieron una dictadura atroz, tardando los españoles 800 años en recuperar la antigua condición occidental. Si no los hubiéramos expulsado seríamos como Marruecos, Argelia o Mauritania.
Al esplendor político que supuso la toma de Granada para Castilla acompañó el económico sobre todo de la meseta Norte, Toledo y algunas ciudades del Cantábrico, debido fundamentalmente al comercio de la lana y al camino de Santiago. Por primera vez Castilla pasó a ser la zona más rica de la Península, tras dos milenios en los que la máxima riqueza la habían ostentado Andalucía y posteriormente, en la España cristiana, el reino de Aragón, primero Barcelona y posteriormente Valencia con el comercio de la seda.
Pablo Iglesias, al que le importa poco España y menos la libertad, refiriéndose a este efemérides afirmó el año pasado que, decir esto era “un patrioterismo rancio, inculto y reaccionario”. Ellos, que reniegan de la Reconquista y de toda la historia de España, especialmente de lo que huele a catolicismo, ensalzan la Revolución bolchevique de 1917 y votan “no” en Bruselas a la creación de una comisión sobre el terrorismo yihadista. Para ellos, la entrega de la ciudad y del reino de Granada simboliza la intolerancia religiosa y el fin de la convivencia de musulmanes y cristianos.
La convivencia pacífica y en armonía de las tres culturas, cristiana, musulmana y judía fue un mito romántico muy extendió en España y fuera de ella. Salvo breves periodos, no hubo reconciliación sino imposición y los cristianos fueron, de batalla en batalla, hasta que consiguieron expulsar a los musulmanes. Si no hubiera sido así España se llamaría hoy Al Andalus y formaríamos parte de la comunidad islámica junto con Libia, Egipto o Pakistán. Como dice Claudio Sánchez-Albornoz, «lo español nació no de la cópula sino de la batalla entre islamismo y cristiandad en nuestro suelo».
El fracaso de la Civilización islámica se remonta al siglo XV. Ellos no conocieron la Ilustración ni el Racionalismo de Descartes ni el desarrollo de la ciencia. El poder político no se separó del poder religioso, por lo que no hubo desarrollo económico.
Lo grave del Islam es que los radicales matan en nombre de Alá a los que ellos llaman infieles y cruzados, que pueden ser niños que van a un concierto o mujeres que van a la compra y ante dichos crímenes, nunca se produce una manifestación de los llamados islamistas moderados.
Aunque para Zapatero es la civilización de la paz y del amor y a pesar de que estableció la Alianza de Civilizaciones con Endorgan, el califa de Turquía, la realidad es tozuda y cuando en Europa un camión irrumpe en un lugar ocupado por una multitud y causa numerosos muertos y heridos, normalmente se trata de terrorismo islámico.
Enrique Gómez Gonzalvo 01-02-2018. Referencia 241.