
En el siglo XVIII, el Siglo de las Luces o Siglo de la Razón se inició un movimiento filosófico, llamado Ilustración, que pretendía sustituir la religión por la razón y los clérigos por los filósofos. Inicialmente los ilustrados eran deístas, sólo algunos se declaraban agnósticos y muy pocos ateos, rechazaban, «en nombre de la razón» las supersticiones, entre ellas la Eucaristía, pero no a Dios. Posteriormente, sobre todo con Voltaire, dicho movimiento se volvió anticlerical, llamó a Jesucristo “el infame” y con la Revolución francesa se inició la persecución de la Religión.
La Iglesia se encastilló en la escolástica, no reconoció la ciencia moderna (Galileo), continuó apegada al Antiguo régimen y a los Estados pontificios y se alió con el Imperio austro húngaro.
Más tarde surgió el socialismo, que para algunos es una herejía del cristianismo. Desde luego las ideas cristianas de amor al prójimo y de ayuda en caso de necesidad, encajan con la retórica redistributiva de la izquierda. La Iglesia, asustada y acomplejada no quería que le arrebataran la bandera demagógica de la igualdad y en lugar de pactar con el liberalismo que hubiera proporcionado mayor libertad, riqueza y bienestar a la sociedad, no aceptó la democracia y gritó ¡el liberalismo es pecado! A finales del siglo XIX se acercó a las nuevas corrientes con la Rerum novarum de León XIII.
Desde entonces, la Iglesia está perdiendo, ha perdido, la batalla del laicismo y se está disolviendo como un azucarillo. Los templos están vacíos, los seminarios cerrados, el número de practicantes muy bajo especialmente entre la juventud. Si el cristianismo es sustituido por el relativismo (todo vale, depende de las circunstancias) y por el hedonismo (la búsqueda del placer), Europa dejará de ser Europa coma Arabia tampoco sería la misma si renegara del Islam. Sería otra cosa.
Con el papa Francisco la Iglesia va cuesta abajo y sin frenos. La situación roza el escándalo. El pontífice argentino condena “el mercado libre y la globalización”, afirma que “la economía capitalista mata”, justifica el terrorismo islámico y se rinde ante Fidel Castro.
El experimento de una Iglesia progresista que claudicó frente al mundo y adoptó posiciones sociopolíticas muy a la izquierda, fue llevado a cabo por la Iglesia anglicana con resultados desoladores y es ahora una Iglesia en liquidación por derribo.
Si hoy la Iglesia católica está en las últimas no es por enemigos exteriores sino por su empeño en auto destruirse. Y la izquierda está encantada.
Enrique Gómez Gonzalvo 19-11-2017 Referencia 164
Enrique Gómez Gonzalvo 19-11-2017 Referencia 164