La izquierda actual presenta aquél régimen como una especie de paraíso de izquierdas, traído por un maravilloso empuje popular, terriblemente truncada por los poderosos de siempre. Sin embargo las cosas no sucedieron así.
Aunque se celebró festivamente en la calle, su advenimiento no llegó a hombros de un movimiento de masas sino por el suicidio de la Monarquía y el previo entierro de la Restauración, el paso del PSOE a las turbulentas filas de la revolución junto a la desmoralización de los partidos conservadores. También contribuyó la huida de Alfonso XIII y el pánico de la reina Victoria Eugenia de Battenberg, que temían les pasara lo mismo que a sus primos rusos, pues el zar, la zarina, los criados, la nurse y hasta el perro fueron asesinados en el curso de la Revolución rusa.
Entre los partidarios de la República también había personas de derechas, reformistas, que aspiraban a una democracia liberal como Alcalá Zamora, Miguel Maura, Antonio Machado hasta que se volvió bolchevique, Unamuno y socialistas moderados como Besteiro, que representaba a un tercio del partido. Solían ser gente de buena voluntad que pensaban que cambiando el régimen se arreglaba todo.
Entre los intelectuales, Ortega, junto con Marañón y López de Ayala formaron la Agrupación en defensa de la República y antes de un año se arrepintieron. Es la famosa frase de Ortega “no es esto, no es esto” y terminaron apoyando a Franco contra los comunistas.
Lo que no había eran liberales pues el liberalismo de Azaña, Martínez Barrio, Marcelino Domingo o Casares Quiroga se limitaba a la persecución del catolicismo y de los católicos y en mantenerse pasivos ante la quema de iglesias.
La CEDA, el gran partido de la derecha, aceptó la República, aunque no pudo identificarse con ella. Lo mismo ocurrió con la Iglesia, si bien no hubo unanimidad porque el cardenal Segura fue expulsado de España mientras Vidal y Barraqueé era separatista.
Recién instaurada la República, los viejos partidos de la monarquía se hundieron. La derecha se agrupó en torno a José María Robles, fundador de la CEDA y los restos de la derecha monárquica se agruparon en torno a José Calvo Sotelo, brillante ex ministro de la Dictadura. La izquierda se agrupó en torno a Izquierda Republicana de Azaña y al Partido socialista.
Desde el principio se impusieron los socialistas radicales de Largo Caballero e Indalecio Prieto, la Izquierda Republicana de Azaña, los anarquistas y los separatistas vascos y catalanes, que buscaban la revolución e impusieron una constitución no laica sino antirreligiosa en un país de profundas raíces católicas.
En la última fase con Negrín, la República se puso a las órdenes de Stalin y desembocó en la Guerra civil
Enrique Gómez Gonzalvo, 02/07/2017 Referencia numero 19