
El Cristianismo ha sido la principal fuerza creadora del mundo occidental durante casi 2.000 años y la Civilización Occidental no se comprendería sin el Cristianismo. Sólo en los países de cultura cristiana, católica o protestante, con sus luces y sus sombras, con sus altos y bajos, ha florecido la democracia.
La Iglesia, que nunca ha renegado de la razón, debería olvidar sus viejos prejuicios contra los ricos. Sigue pensando como San Ambrosio, obispo de Milán, que el rico es ladrón o hijo de ladrón. Ha continuado con la misma retórica redistributiva de la riqueza.
Lo que era válido en la economía mundial, cuando la tarta no crecía y si uno comía más era porque otro comía menos, no se puede sostener en la actualidad. Ello se debe a que el PIB de la humanidad, que permaneció prácticamente estable desde 5.000 años antes de Cristo hasta hace 250 años cuando surgió la revolución industrial propiciada por el Capitalismo, puede crecer hasta el infinito.
Pero la Iglesia continúa acomplejada porque no quiere que la izquierda le arrebate la bandera de la igualdad, de la caridad (que los progres llaman solidaridad), cayendo en la demagogia peronista de los descamisados.
El Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII fue nefasto para la iglesia. Tras él surgió la Teología de la Liberación, que se basaba en que es lícito el uso de la violencia (terrorismo) para liberar a la clase trabajadora. El comunismo se había infiltrado en el clero, en los seminarios, incluso en el Vaticano y especialmente en la Compañía de Jesús, en otra época “los soldados del Papa”.
En los años 70 casi toda la iglesia de Centroamérica se había hecho comunista. En el Salvador, los curas católicos llegaron a celebrar misa con pistola al cinto. Esta situación hizo estragos en la Iglesia. Hubo una ola de secularización de sacerdotes y abandono de los seminarios. La Compañía de Jesús quedó diezmada.
El hundimiento del Vaticano se está acelerando dentro de las miserias de esta sociedad, con este Papa peronista que es capaz de pegar un puñetazo al que hable mal de su madre, que clama contra el capitalismo y el libre mercado, que justifica el terrorismo, que reivindica la teología de la liberación, que sintoniza muy bien con los regímenes comunistas, produciendo el aplauso de Podemos y estupor entre los católicos.
Veamos algunas frases suyas: “El capitalismo es el causante de un gran sufrimiento en el mundo”. “El terrorismo nace de la pobreza”. De forma que según Francisco (me niego a llamarle santidad) el País Vasco, una de las zonas de España y de Europa con una renta per cápita más alta, es pobre, los etarras matan por hambre y Bid Laden, perteneciente a una de las familias más ricas de Arabia Saudí, era también pobre. Mientras, cientos de miles de cristianos están padeciendo torturas, saqueos, conversiones forzosas y matanzas en Iraq y Siria.
No dudo que ama a los pobres, siente compasión por los pobres, pero no es suficiente con amarlos, reconfortarlos, consolarlos. Es necesario buscar soluciones. Solamente el sistema liberal capitalista ha disminuido la pobreza en el Tercer Mundo (China, India, etc.)
A pesar de ello, la izquierda sique odiando y persiguiendo a la Iglesia Católica, hasta el punto que eso se ha convertido en uno de sus signos de identidad.
Enrique Gómez Gonzalvo, 30/05/2017 (Referencia 28).
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Referencia 28).
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