España, como unidad de civilización constituida en estado-nación, tiene una antigüedad de 2.000 años. Los que quieren romperla son fundamentalmente los separatistas catalanes y vascos y los que les ayudan son, además de la iglesia catalana y vasca, los comunistas-podemitas y una fracción del PSOE.
En cuanto a los comunistas viene en la historia. Lenin decía que, para el establecimiento del comunismo, además de convertir la lucha de clases en guerra civil era conveniente azuzar todos los conflictos nacionalistas, religiosos o étnicos para destruir al Estado y sobre el caos llegar al poder. Esto mismo es lo que quiere Pablo Iglesias.
Que el submarino iraní y agente venezolano Pablo Iglesias, que se licúa en las erriko tabernas y llama al himno nacional «cutre pachanga fachosa», se alíe con los que quieren romper España es normal, pero es desolador que quiera hacerlo una fracción importante del PSOE, la que representa Pedro Sánchez. Este, en su enloquecido afán por alcanzar el poder no dudaría en apoyarse además de en los separatistas, en los comunistas de Podemos creyendo que luego podría controlarlos. Esto mismo pensaba Largo Caballero, que se hizo llamar el Lenin español y al año, esos mismos que le apoyaron lo echaron de la Presidencia del Consejo de Ministros de la Segunda República y pusieron a Negrín, que era un agente de Stalin.
El precio que tendría que pagar Pedro Sánchez para obtener el apoyo de comunistas y separatistas sería cargarse el artículo dos de la Constitución española que dice “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles” para reconocer el carácter plurinacional del Estado, sustituyendo el actual estado español por una especie de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas Ibéricas. Sería algo así como volver a la España anterior a los Reyes Católicos, con un conjunto de mini estados, no sabemos cuántos, con guerras continuas entre ellos.
El primer paso sería aprobar la celebración del referéndum anunciado por Puigdemont, pero ni la base social del PSOE es separatista ni la oferta de Sánchez a los golpistas catalanes obedece a otro propósito que llegar a la Presidencia del Gobierno No hay en él convicciones anti españolas, como en Zapatero, sino la amoralidad más radical, el oportunismo más descarnado, la indiferencia más absoluta ante las necesidades de la Nación.
Enrique Gómez Gonzalvo. 16/04/2017. Referencia 222