El 8 de enero del presente año un terrorista palestino atropelló, con un camión, a unos soldados que estaban tranquilamente esperando en una parada de autobús en Jerusalén. El terrorista fue abatido por un guía turístico, que iba armado, para evitar que pudiera matar más.
El pasado 30 de noviembre en Irún, Allal El Mourabit pretendía cometer en territorio español un atentado terrorista análogo al anterior, es por eso que la Guardia Civil lo detuvo y lo puso a disposición judicial.
El terrorismo en el Estado de Israel, que los país occidentales explicaban comprendían y matizaban para no condenarlo abiertamente y que lo atribuían al problema palestino, es el mismo que el que se pretendía cometer en España y el de los recientes atentados en París, Niza, Berlín, Londres. El motivo siempre es el mismo: somos infieles.
Israel, aunque ubicado en Oriente Medio, es Occidente, es de los nuestros, la única democracia de esa región, en la que viven más de un millón de árabes no islamistas con un nivel de vida muy superior a los de los países de su entorno.
Los judíos son sin duda un pueblo inteligente, con el 20 % de los Premios Nobel, siendo el 2 % de la población mundial. Quizá sea por eso que han sido perseguidos y masacrados a lo largo de la historia en todo el mundo y ésta ha sido la causa que el censo actual de los judíos es el mismo que en tiempos del emperador Claudio.
Han transformado el desierto de Neguev, una vasta extensión de arena y rocas, que comprende las dos terceras partes de todo el territorio de Israel en fértiles campos de cultivo. Allí donde el sol brilla en promedio 355 días al año sin apenas lluvia y donde las temperaturas diarias pueden llegar a 49 grados, cultivan el premiado tomate de Neguev. El secreto ha consistido en que, como los acuíferos subterráneos tienen 20 veces más sal que el agua potable, han desarrollado variedades de plantas que absorben agua pero no sal.
La Sociedad americana para la Ciencia de la horticultura ha afirmado que la agricultura de Israel es “uno de los avances más significativos en la producción de alimentos en los pasados 100 años”. Los EE UU han puesto en práctica esta técnica en los campos de algodón de California y Arizona.
Los países árabes, como Arabia Saudí e Irán) deberían tomar nota de estos avances en lugar de financiar el terrorismo islamista. Y tampoco le vendría mal al Partido socialista español que tomara nota de los mismos en lugar de utilizar las Desaladoras, que prometió Cristina Narbona ministra de Zapatero, para evitar el trasvase del Ebro como proponía Aznar en su Plan Hidrológico Nacional. De las 15 desaladoras que proyectó solo funcionan una y media y con pésimos resultados.
Además de los islamistas los judíos tienen otro enemigo: las Naciones Unidas. Israel ha sido objeto de reprensión, por parte de esta organización, en más ocasiones que todos los restantes países del mundo, incluyendo dictaduras tan terribles como la norcoreana o la cubana y guerras tan crueles como las del Congo con 4 millones de muertos, la de Siria con 500.000 o la de Somalia con otros 500.000.
Parece fuera de duda que la ONU trata a Israel con tal rigor que se puede hablar de antisemitismo.
España y Occidente deben reconocer que Israel es nuestro aliado, que vamos todos en el mismo barco, que ganaron seis guerras y si hubieran perdido una, no existirían. Primero van a por ellos y después será a por nosotros.
Enrique Gómez Gonzalvo, Publicado 7-04-2017 Referencia 215