
Los seres humanos venimos de la tribu donde uno piensa que ha de encontrarse bien con gentes que se parecen a ti y que piensan lo mismo que tu.
El nacionalismo es la nostalgia de la tribu, de esa sociedad pequeña, homogénea que nunca ha existido en la realidad, donde todos son iguales, tienen las mismas creencias, la misma lengua y donde no hay conflictos sociales. Es la vuelta al colectivismo, al gregarismo frente a la salida de la tribu que sería el triunfo de la civilización y de esa experiencia tan apasionante que está viviendo el mundo que es la globalización, la libre circulación de personas, mercancías y capitales por todo el planeta, sin muros ni fronteras.
El ser humano por naturaleza es gregario como las hormigas o los arenques, porque eso es garantía de supervivencia. Experimenta un horror ante la idea de verse apartado de la manada y, para ser admitido a ella, estará siempre dispuesto tanto consciente como inconscientemente, a sumarse a sus movimientos, a sus ansias, a sus modas, a sus deseos, a sus odios.
El nacionalismo considera que las sociedades deben estar formadas por grupos nativos homogéneos. Todo grupo exterior supone un peligro y el inmigrante un riesgo para la identidad cultural del estado nación. Es también el rechazo a la globalización. Este mito, aunque todo sea falso, da mucha seguridad y explica procesos como el brexit o el nacionalismo catalán. Por otra parte, el nacionalismo con la bandera, la patria, la idea que nos maltratan y que la culpa es de los otros tiene mucho atractivo.
La gran revolución en los últimos 30 años es que, la izquierda que era universalista se ha apuntado al viaje para volver a la tribu.
El sentimiento de pertenecer a la tribu procede del cerebro emocional, del hipotálamo, no hay en ello ningún componente racional. Eso explica que el entendimiento con los nacionalismos es muy difícil. Explica también lo difícil que resulta la construcción de la Unión Europea porque Europa no es una tribu; hay franceses, alemanes, griegos, españoles, italianos e ingleses, pero no hay europeos. La Unión Europea es un organismo artificial creado no por las emociones sino por la razón, no por el cerebro emocional sino por cerebro racional para estimular la paz y la prosperidad y estos lazos son menos fuertes que los que nos unen a la tribu.
Enrique Gómez Gonzalvo, 22-03-017 Referencia 166
Enrique Gómez Gonzalvo, 22-03-017 Referencia 166