Partidos populistas son los que engañan al pueblo con falsas soluciones, agitando sus ilusiones y llevándolos por caminos que normalmente conducen al precipicio.
No ganan las elecciones apelando a la responsabilidad, sino diciendo o prometiendo medidas que el pueblo quiere oír, aunque ellos sepan que son inviables, como reducir la jornada laboral y duplicar salarios. Ganadas las elecciones, el desastre que generan lo achacan a un enemigo exterior o interior.
Los populismos de ultraderecha en Europa dicen que bastaría con abandonar la UE o expulsar a los inmigrantes para mantener el estado de bienestar. El avance de estos partidos ha sido espectacular. En las últimas elecciones e Croacia representan el 41 % de los votantes, en el Reino Unido el 23 %, en Dinamarca el 26, en nuestra vecina Francia el 19, en Hungría el 14, en Grecia el 9. Sólo en España no tienen representación parlamentaria.
Los populismos de extrema izquierda culpan al capitalismo de todos los males y afirman que bastaría con subir los impuestos a los ricos y salirse del euro. El avance, también espectacular se ha producido en Grecia y en España. Como sus compañeros de extrema derecha desearían dinamitar la Unión Europea.
Los votantes son los mismos en ambos casos: obreros no cualificados, sector público y derecha conservadora. No les votan: autónomos, obreros cualificados ni pensionistas.
Para los populistas de América latina el enemigo es EE UU. En Méjico dicen: «¡Pobre Méjico, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos!” Carlos Rodríguez Braun, un notable economista hispano-argentino, suele decir que el mejor amigo de los latinoamericanos no es el perro, sino el chivo expiatorio.
Los populistas más conocidos han sido Perón y Chaves. El primero recibió una Argentina pletórica, con grandes recursos, enriquecida con la SGM y la dejó arruinada. Chaves consiguió que faltara petróleo en Venezuela a pesar de sus enormes reservas.
Es común a todos populismos tomar las decisiones políticas a corto plazo,
subir los impuestos matando el ahorro, la inversión y la creación de puestos de trabajo, proteccionismo mediante impuestos a las importaciones, disparar el gasto público, conseguir el llamado voto cautivo mediante subsidios y prebendas (a esto le llamaba Alfonso Guerra “regar el jardín”)
Enrique Gómez Gonzalvo. 13-01-2017 Referencia 155