Según Karl Popper, filósofo de origen judío nacido en Austria, el estado natural del hombre desde que salió de la mera animalidad ha sido la tribu, el colectivismo. Es el socialismo.
La salida de esa sociedad cerrada a una sociedad abierta, en la que se ha podido desarrollar la libertad individual, ha sido una creación de la humanidad muy reciente. No se inició hasta una época tan próxima como fue la Atenas de Pericles y no se desarrolló hasta el siglo XVIII con la llegada de la Modernidad. Es el liberalismo.
La nueva ideología defiende la propiedad, la libertad de comercio y la igualdad ante la ley como premisas fundamentales. Los liberales no dicen que su ideología es la mejor, no tratan de imponerla, no saben cual es la más perfecta organización del estado, pero si quieren que la gente sea libre, que pueda elegir su propio destino. La experiencia ha demostrado que nadie resolverá sus problemas, ni el papá estado, ni el abuelo Europa ni el vecino de enfrente.
Desde Adam Smith se sabe que no hay nada más creativo que la libertad y más eficaz para la generación de riqueza y bienestar. Pero la expansión del liberalismo siempre ha sido muy minoritaria porque habla de responsabilidad individual, que uno debe hacerse responsable de su destino, de su futuro y los individuos prefieren dejarla en manos del Estado.
Sigue la tentación de la utopía cubana tras 60 años de haber fracasado y ese deseo de cambiar libertad por seguridad continúa en el mundo actual a pesar que ha demostrado ser muy peligroso y que siempre sale mal.
Erich Froman, psicoanalista judío hablaba del miedo de los hombres a la libertad. Erik Erikson, también psicoanalista decía que los hombres anhelan romper las cadenas, pero después no saben que hacer con la libertad. Cegados por la utopía solidaria, persisten en el socialismo porque creen que la economía debe ser planificada por el Estado, que la libertad económica produce desigualdades sociales y perjudica a los más desfavorecidos.
Los liberales dicen que esta protección del Estado, excepto cierta ayuda del Estado a los sectores más desfavorecidos para satisfacer las necesidades básicas, solo puede venir a través de una justicia independiente mediante leyes iguales para todos.
En todas las épocas los que tienen el poder han intentado legitimar los impuestos acudiendo a dios, a la naturaleza, a la nación, a la clase social, a la raza. Actualmente, en la época del buenismo, los impuestos se justifican para crear la igualdad Para Rousseau los impuestos son el fruto de un contrato, pero no es verdad no puede haber un contrato cuando una de las partes no tiene posibilidad de no firmar.
En las democracias europeas los impuestos oscilan del 30 al 50 % del PIB, llegando en el norte de Europa hasta el 60 %. Los liberales dicen que, digan lo que digan los parlamentos, esas cifras no hay manera de justificarlas, son una violación del derecho de propiedad y, además, han demostrado que ahogan el crecimiento económico.
Enrique Gómez Gonzalvo 27-12-2017 Referencia 98