La tragedia de la democracia española es que, contando con dos grandes partidos de carácter nacional, la formación de gobierno tras las elecciones se ha realizado siempre comprando los votos de los partidos separatistas catalanes y vascos, partidos totalitarios, incompatibles con la democracia porque discriminan a los ciudadanos de fuera utilizando la lengua como mecanismo. Ello ha sido debido a la negativa del Partido Socialista a pactar con el Partido Popular, tanto cuando ganaba como cuando perdía las elecciones.
Felipe González, que renunció al marxismo e hizo al PSOE social demócrata, que defendía la unidad de la nación española, que tenía un sentido institucional, que respetaba la Constitución y el hecho de que todos los españoles somos iguales ante la ley, siguiendo la tradición del partido desde su fundación, nunca quiso pactar con los partidos conservadores y esto constituyó su gran error y una tragedia para España.
Desde la transición, Jordi Pujol vendía su apoyo al gobierno de Madrid todos los años en ara de conseguir, como decía él, la gobernabilidad, cuando en realidad se trataba de un chantaje, que se traducía en los presupuestos y en la elaboración de leyes en Cataluña claramente inconstitucionales, que ni Felipe González ni José María deberían haber permitido.
Para evitarlo hubiera bastado que los dos grandes partidos se hubieran puesto de acuerdo y el menos votado se hubiera abstenido en la investidura a la residencia del Gobierno.
En el 2003 los socialistas catalanes llegaron más lejos. Firmaron el llamado Pacto de Tinell, que posteriormente Felipe González lo extendería al resto de España y que consistía básicamente en echar a media España, es decir, al Partido Popular, de la política.
Tras las pasadas elecciones generales y, a pesar de la grave situación en que se encuentra España por el desafío separatista, no se pudo formar un frente Constitucional de PP, PSOE y Ciudadanos para plantar cara a los que quieren romper España, nacionalistas y podemitas por “el no es no” del Partido socialista.
Han dicho no al Partido Popular a pesar que los votantes de ambos partidos, al margen de algunas diferencias políticas, se parecen mucho. Ambos están por la unidad de España, por la solidaridad entre todas las regiones, porque no haya enfrentamientos en la sociedad, por el orden, por la propiedad privada, por progresar, por ahorrar, porque no les frían a impuestos y porque sus hijos tengan cubierto su futuro.
El partido que dijo no, no y no al Partido popular, ha dicho si al PNV para la formación de gobierno de coalición en el País Vasco. No se puede pactar con la derecha española, pero si con la derecha separatista vasca, no se puede pactar con los conservadores de Rajoy pero si con ultraconservadores, racistas, amigos de pistoleros etarras y Rh negativos.
Con ellos han firmado un pacto de gobierno en el que va implícito un referéndum de autodeterminación, que lo anunciarán como un nuevo estatuto en el plazo de 8 meses y que incluye la soberanía del pueblo vasco, la aproximación de los presos de ETA que serán recibidos en sus municipios como héroes para seguir apaleando a guardias civiles y a sus esposas con el aplauso de las feministas de Podemos y del PSOE. Todo a cambio de un plato de lentejas: colocar a todos del PSOE en 2 ó 3 ministerios.
Lo dijo la madre de un asesinado por ETA a Patxi López: “Patxi harás cosas que nos helará el corazón.”
Lo que les une a todos ellos, no es la ideología dado el fracaso del socialismo, sino el odio al Partito Popular, hoy a Rajoy, ayer a Aznar y mañana al que mande en el partido.
Enrique Gómez Gonzalvo, 8-12-2016. Referencia 182